Editorial
A tres meses de su instalación, la agenda del gobierno del Presidente Boric vive a la sombra de un problema superior: la seguridad. Opacados han quedado sus anuncios de reactivación económica, medioambiente, igualdad de género y condonación del CAE, ante «el peor momento en seguridad desde el retorno a la democracia», según afirmó el subsecretario de prevención del delito, Eduardo Vergara, al Diario Uchile.
No solo el impacto y masividad son relevantes, sino también la categoría de los delitos. Paz Ciudadana ya alertó que el uso de la violencia está aumentando en nuestro país, con homicidios y robos con violencia, cada vez «más resistentes».
En un escenario político trabado, con una oposición desarticulada y una clase política más pendiente -con justa razón- del proceso constituyente, La Moneda tiene una oportunidad clara de dar un golpe de mesa en materia de seguridad, un tema históricamente difícil de abordar para la centro izquierda chilena. Está a tiempo de generar un gran pacto nacional por la seguridad, que podría conseguir apoyo político transversal para combatir el alza de la delincuencia. Hoy más que nunca se hace urgente la refundación de Carabineros, la profesionalización de sus sistemas de Inteligencia y el fortalecimiento de los operativos para desbaratar bandas criminales.
No solo de garrotes se trata, también de zanahorias. El Presidente Boric debe, además, ofrecer algo distinto en este gran pacto: combatir la violencia y la delincuencia en su origen. Como consigna El Mercurio, uno de cada dos presos en Chile estuvo en una residencia del SENAME, evidenciando que el problema es estructural y requiere una intervención mayor. La Moneda debiera elaborar esta propuesta no tan solo con Interior, sino también con el ministerio de Educación y Desarrollo Social, para diferenciarse de sus antecesores, quienes muchas veces creyeron que para problemas complejos, existían soluciones sencillas. El Presidente Boric debe dejar atrás al candidato Boric, gobernar con firmeza y también con empatía. Una decisión que puede poner, de una vez por todas, el fin a su período de instalación.