Partió en medio de la final del campeonato argentino, y es que hasta su último respiro se relacionó con ese fútbol… bueno, nació en Rosario. César Luis Menotti, prócer del buen fútbol argentino, dejó su vida terrenal a los 85 años para ascender a la perpetuidad del pueblo trasandino como el director técnico de la primera Argentina que ganó la Copa del Mundo, en 1978, durante la dictadura de Videla, siendo opositor a esta. Y es que él transformó a Argentina en la potencia futbolera que hoy es, primera en el ranking FIFA.
Eso es algo que muchos contemporáneos no comprenden: no hay club ni seleccionado que haya nacido siendo grande. Las nuevas generaciones recuerdan a Cristiano Ronaldo y no a los Paco Gento, a Scaloni y a Menotti, conocen al “flaco” Gareca y no al de Rosario. Pero a Argentina quién la jerarquizó fue Menotti. La AFA es Menotti.
El “flaco” hizo de un país una potencia durante toda su vida, y entre muchos que -por ignorancia- le otorgan el mundial sólo a la figura de Messi, él tiene ganado más que un gramo de ese oro que compone la copa de Qatar. El aporte de Menotti al seleccionado trasandino no envejeció. Sin ir más lejos, como director de Selecciones Nacionales -su cargo hasta el fatídico domingo 5 de mayo- apoyó el comienzo de un nuevo proceso de la mano de un joven e inexperto Lionel Scaloni.
Menotti fue un caballero del fútbol que no se dejó llevar por el resultado de una fecha. Su estilo fue promover el buen fútbol siempre y con procesos a largo plazo, y hoy que cada vez hay menos paciencia con “los procesos” fue fiel a su idea, mantuvo a Scaloni y la tercera llegó.
Un entrenador que creó una nueva escuela de fútbol, el “fútbol espectáculo”, que pocos entrenadores han podido retratar. Uno de ellos es Bielsa. Otro, Guardiola, quienes destacan por el buen trato al balón. Pero Menotti representa algo más allá para su país. Hugo Gatti, el exportero que con 765 presencias es quien más partidos del fútbol trasandino jugó, lo define como «el gran revolucionario del fútbol argentino y del mundo, Menotti fue y es más que Guardiola”, y agrega que era un “adelantado a su tiempo”. Tiene razón.
Hoy pasa a leyenda. Tal vez no en la retina futbolera mundial de los nuevos seguidores de este deporte, pero sí en cada una de su país y de Sudamérica. Sin ir más lejos, fue consultor de la directiva de Colo-Colo, pudo ser técnico de “La Roja” en 1993, pero llegó Jozić, y de la “U” el 2006, por lo que la cordillera tampoco fue un obstáculo para considerarlo un referente futbolístico en vida.
Antes de ser cremado, su despedida fue en el predio de la AFA en Ezeiza donde trabajó hasta su último día. Allí recibió otros homenajes tan grandes como que la Liga Profesional de Fútbol (LPF), que comenzará el próximo fin de semana, se llamará César Luis Menotti.
Algo debe aprender Chile en su conjunto -su gente, directivos, la ANFP- ya que da la sensación que no se rinden estos honores como los trasandinos, a don Leonel Sánchez, que recibió pifias el día de su fallecimiento en el clásico universitario. Hoy Arturo Vidal es abucheado en cada cancha de Chile y por eso Claudio Bravo no tiene intenciones de volver. Menotti, en cambio, se va como grande y deja un legado inmortal para el fútbol argentino y sudamericano.