La gestación subrogada en Chile expone la vulnerabilidad de las mujeres ante un vacío legal que las deja sin protección. Sin una regulación clara, muchas familias se ven obligadas a buscar alternativas en el extranjero, enfrentando dilemas éticos y legales. En medio de esta incertidumbre, persiste el anhelo de ser padres, pero el camino está lleno de obstáculos y riesgos.
Por: Antalia Cheul, Michelle Conget y Valentina Sánchez
“Madre es quien da a luz.” Esta frase, que resuena en la legislación chilena, representa un muro infranqueable para quienes buscan formar familia a través de métodos no tradicionales, como la gestación subrogada. Así lo señala Javier Silva Müller, presidente de la Asociación de Nuevas Familias, mientras reflexiona sobre su propio viaje hacia la paternidad.
En septiembre de 2019, Javier y su pareja, Jaime Nazar, tomaron la difícil decisión de dejar Chile y embarcarse hacia Colombia. Sin garantías ni recomendaciones, confiaron en una clínica que hallaron en internet. Allí conocieron a la mujer que gestaría a sus futuros hijos. El vínculo fue instantáneo: «El proceso es mucho más humano de lo que se piensa. Tuvimos que hablar con ella e intercambiamos varios puntos, como ver si había afinidad o si quería tener contacto o no con los niños”, relató Javier.
Estas mujeres que deciden alquilar su vientre no solo lo hacen por dinero; detrás de cada una de ellas hay un profundo análisis emocional y médico. Deben someterse a exhaustivos exámenes psicológicos y de salud para garantizar que están preparadas para vivir el proceso de gestación subrogada, con todas las implicancias físicas y emocionales que conlleva.
“Los precios generalmente oscilan entre 40 mil dólares a 200 mil”, dijo Javier, dependiendo de la clínica y los servicios adicionales. Para parejas como Javier y Jaime, este precio es una inversión en su anhelo de ser padres, aunque el camino no termina con el parto. Después de que los niños nacen, se requiere un examen de ADN para confirmar que no hay material genético entre la gestante y los bebés, lo que permite impugnar la maternidad de la mujer en Colombia.
Por lo general, el proceso de gestación subrogada comienza con la selección de una clínica especializada. Luego se elige a una mujer. Se crea un embrión mediante fertilización in vitro, con óvulos de un banco de donación genético y se implanta en el útero de la mujer, que tiene el rol de madre subrogada. Durante el embarazo, se realizan controles médicos regulares. Tras el nacimiento, se completan trámites legales para transferir la custodia del bebé a los padres comitentes. Cabe destacar, que cada etapa puede variar según la legislación del lugar.
No fue hasta el 10 de diciembre de 2021, con las esperanzas intactas, que gracias a la aprobación del matrimonio igualitario en Chile, ambos pudieron ser los padres legales de dos pequeños: Clemente (4) y Lola (2).
La historia de Javier y Jaime pone en evidencia las trabas que enfrentan en su país de origen, donde la legislación no permite este tipo de procesos, obligando a las parejas a buscar alternativas en otros países. Mientras en Chile prevalece la idea de que «madre es quien da a luz», en Colombia, la ciencia y la ley abren nuevas posibilidades para quienes sueñan con formar una familia.
Facebook: La otra cara de la moneda
Ante la ausencia de una legislación, las redes sociales se han convertido en un espacio donde se ofrecen y demandan servicios de gestación subrogada.
En Facebook existen grupos internacionales que se han vuelto un intermediario entre las mujeres que quieren o necesitan (por temas económicos) alquilar su vientre, las clínicas de reproducción asistida que buscan a estas mujeres para ser las gestantes y las parejas o personas que quieren ser padres por este método.
Las “clínicas” (o también, perfiles de asesorías) suelen intentar llamar la atención de las mujeres que quieren ser gestantes a través de publicaciones en donde expresan los requerimientos específicos para trabajar con ellos, tales como: el tener entre 20 y 35 años, tener ya al menos un hijo propio, no ser consumidora de alcohol o drogas, no tener enfermedades hereditarias, someterse a una prueba psicológica, realizarse chequeos médicos y estar residiendo en la ciudad o el país en la que se encuentra la clínica.
Todo esto es a cambio de un pago, cuyo valor varía dependiendo de la clínica y el país. Por ejemplo, las agencias estadounidenses son las que más dinero pagan, sus ofertas van entre los 25 mil a los 75 mil dólares. En México, se ofrece desde 16 millones a 21 millones de pesos chilenos. Colombia, que es el país que más presencia tiene en estos grupos, suele indicar que los pagos van desde los 400 mil pesos chilenos mensuales y 5 millones al finalizar con el procedimiento.
Entre los requerimientos, también se suelen indicar qué beneficios puede traer el trabajar con una clínica que de manera particular no se tendrían, como la cobertura de gastos para el vestuario de maternidad, las revisiones médicas, los seguros de vida, ayuda psicológica y médica, asesoría legal, etc. Sin embargo, no es del todo confiable, porque al no estar legislado en estos países, no hay garantías, ni del pago o de los cuidados mínimos.
También, suele ocurrir que son las mujeres de diversos países latinoamericanos las que ofrecen este servicio en Facebook a cambio de un monto en específico a quienes se contacten con ellas directamente. Algunas piden desde los 10 mil hasta los 25 mil dólares. Sin embargo, la posibilidad de estafa es latente, tanto para ellas como para aquellos que buscan ser padres a través de este método, ya que el monto pactado en un principio puede no ser pagado y en el peor de los casos, ella puede no querer entregar al bebé. No hay nada que garantice que lo estipulado en un principio se realice como se prometió al final.
La mayoría de quienes publican en estos grupos suelen ser mujeres latinoamericanas, sobre todo de Colombia, Venezuela, Ecuador y Argentina que están dispuestas a viajar a otros países para ayudar a alguien a ser padre o madre. De hecho, varias publicaciones muestran que tanto mujeres chilenas, como inmigrantes están dispuestas a alquilar su útero con el fin de ganar dinero por una necesidad económica, aquí en Chile.
Además del sinfín de ofertas de gestación, existen usuarias que comparten públicamente sus malas experiencias siendo mujeres subrogantes.
Nigrid, es una de las mujeres colombianas que inició este proceso por necesidad económica, pero según cuenta en el grupo “Vientre de Alquiler, Información & Asesoría» lo que se estableció en un principio por medio de un contrato no se cumplió como se prometió. A pesar de que recibía la manutención por parte de los padres sin falta, el dinero no era suficiente y tuvo que gastar de su propio bolsillo para comida y cuidados. “Tuve un embarazo de alto riesgo. Al nacer se tardaron en pagarme la compensación final y la suma no fue la misma que prometieron. En la clínica todos evitaban ese tema y nadie me dio claridad, solo me quedaba confiar”, aseguró en la publicación.
Ella cuenta en su testimonio que se sintió engañada y muy sola durante el proceso. La incertidumbre la comía por dentro y asegura que no le desea pasar por eso a ninguna mujer.
La zona gris en Chile
Según los archivos del Congreso Nacional, actualmente, en Chile no existe una ley de reproducción humana a través de procedimientos de gestación por sustitución, llamado también “vientre de alquiler” o “gestación subrogada”.
El artículo 182 del Código Civil, es la única ley que regula las técnicas de reproducción asistida -como la fecundación in vitro (FIV)- y establece claramente la filiación en el caso de hijos concebidos mediante estas. Sin embargo, esta ley no regula la gestación subrogada.
En este contexto, el padre y la madre serán quienes hayan decidido someterse a estos tratamientos, sin importar el origen genético del material reproductivo utilizado (óvulos, espermatozoides o embriones donados).
Esto significa que los padres legales serán el hombre y la mujer que optaron por utilizar las técnicas de reproducción asistida, y no los donantes del material genético. Y, por otro lado, una vez establecida la filiación, no se podrá cuestionar ni impugnar en el futuro, es decir, nadie podrá reclamar una paternidad o maternidad distinta a la ya determinada mediante el uso de estas técnicas.
En el ámbito internacional, países como Australia, Canadá, Portugal, los Países Bajos, Sudáfrica y Uruguay permiten la gestación subrogada sólo con fines altruistas, penalizando cualquier intento de comercialización. En contraste, en lugares como Estados Unidos (California y Nueva York) y México (Tabasco y Sinaloa), el proceso puede implicar pagos, lo que plantea otros desafíos legales y éticos.
Ausencia de delito
Actualmente, existen proyectos de ley que aún descansan en el Congreso Nacional y que tienen como objetivo regular esta práctica en el país. Entre ellos, destacan los siguientes:
Regula la gestación por subrogación o gestación subrogada como un mecanismo de reproducción asistida.
Sanciona la utilización del vientre materno para el embarazo por encargo de terceros, incorporando un nuevo tipo penal denominado «De la Sustitución de la Maternidad» en el Código Penal.
El vacío legal existente en Chile genera serias preocupaciones éticas. La falta de regulación podría llevar a situaciones de explotación humana, donde las mujeres gestantes, especialmente aquellas en situación de vulnerabilidad económica, sean presionadas para alquilar su vientre en condiciones desfavorables. Además, la ausencia de una ley que regule la filiación de los niños nacidos mediante gestación subrogada deriva en conflictos sobre la custodia y los derechos de los menores, y no existen registros sobre esto.
El Movimiento de Integración y Liberación Homosexual (Movilh) de Chile, vela por los derechos humanos de la comunidad LGBTQIA+ desde el 28 de junio de 1991. El presidente de la organización, Rolando Jiménez, se refirió al tema y aseguró que “es urgente buscar una legislación que garantice la seguridad de los niños, madres gestantes y parejas que recurren a esto”.
Hay familias de gestación subrogada que han tenido que salir del país, aun con el riesgo de que la gestante pueda en cualquier momento reclamar a ese bebé, porque el Estado chileno la va a defender a ella.
Ximena Rincón: centro de expectativas legislativas
La senadora, quien pertenece al partido Demócratas, ingresó un proyecto de ley hace seis años junto a Felipe Harboe (PPD), el expresidente del Senado, Jorge Pizarro (PDC) y Yasna Provoste (PDC).
Para la senadora Rincón, es importante seguir luchando por la promulgación de una ley que abogue por la identidad de los niños y niñas nacidos bajo la gestación subrogada y aseguró que “la ausencia de una legislación sobre gestación subrogada en Chile se debe a una combinación de factores éticos, políticos y sociales. La discusión sobre este tema está relacionada con cuestiones valóricas que a menudo se evitan, pero en este caso, es esencial abordarlas. Por ello, esperamos que este proyecto, que se basa en el principio fundamental del interés superior de los niños y niñas, comience a ser”.
El debate ético se centra en la necesidad de proteger los derechos de todas las partes involucradas: los niños, las gestantes y los padres intencionales. Por un lado, se argumenta que la gestación subrogada, cuando es voluntaria y altruista, puede ser una forma legítima de ayudar a parejas o individuos que no pueden tener hijos, y por otro, se demuestra el riesgo de convertir esta práctica en una transacción comercial que deshumaniza a las mujeres y a los menores, reduciéndolos a meros objetos de intercambio.
La senadora expresó que legalizar esto no fomentará su práctica, sino que buscará llenar un vacío jurídico que al año 2024 no debiese existir.
El proyecto establece que “el niño o niña gestado en un vientre subrogado será considerado hijo o hija de las personas que se someten a esta técnica, mientras la gestante actúe de manera altruista, generando una protección legal extendida para garantizar la filiación de los nacidos”.
De esta forma, se propuso que la filiación sea determinada bajo tres posibles escenarios: cuando ambos progenitores; uno; o terceras personas aporten el material genético.
Además, se exigen ciertas condiciones esenciales para llevar a cabo el proceso, como una certificación médica que confirme la imposibilidad de la pareja para gestar y dar a luz, una declaración jurada ante notario por parte de la pareja y que la mujer gestante confirme su intención. Todos estos puntos buscarían modificar lo estipulado bajo el artículo 182 del Código Civil.
Finalmente, Rincón aclaró que, en cuanto a la gestante, esta debe ser una mujer adulta que, de manera voluntaria y altruista, colabore con una pareja o convivientes mediante la fertilización in vitro con transferencia embrionaria, dado que uno o ambos miembros de la pareja no pueden gestar por sí mismos. La gestora no puede ser a la vez donante de gametos para el embrión que lleva, y no adquirirá derechos de filiación sobre el niño o niña nacido, aunque podría tener relaciones de parentesco generales si está relacionada con alguno de los miembros de la pareja.
Antes del cierre este reportaje, se revisó nuevamente el estado del proyecto de ley y se vio que el 13 de agosto de 2024, Ximena Rincón desarchivó la solicitud según el Reglamento del Senado, es decir, se ha sacado del archivo para ser revisada o discutida nuevamente.