Desde el martes 9 y hasta el domingo 14 de abril se extiende la Feria Internacional del Aire y el Espacio (FIDAE), una instancia que convoca cada dos años en Chile a los países e instituciones más relevantes para la aeronáutica a nivel mundial.
La feria se lleva a cabo en un determinado espacio del aeropuerto internacional Arturo Merino Benítez, ubicado en la comuna de Pudahuel. En esta versión número 44, la FIDAE cuenta con la participación de 47 países, más de 400 expositores y 260 delegaciones que están distribuidos en los diversos stands dentro de los siete galpones que conforman la feria.
Además, para los aficionados hay 105 aeronaves expuestas y una programación de diversos shows aéreos todos los días a partir de las 10 de la mañana, donde se pueden ver desde la famosa escuadrilla de los halcones hasta acrobacias extremas de variadas naves.
El trabajo silecioso de la FIDAE
En un primer recorrido por los más de 14.584 metros cuadrados en los que se desarrolla la feria, la cantidad de stands resulta abrumadora; desde drones para eficiencia industrial, equipos de seguridad con inteligencia integrada hasta simuladores de vuelo y escuelas de piloto comercial.
Los ruidos de los shows aéreos son intermitentes y ambientan constantemente el espacio sonoro de la feria. Entre la multitud predominan los hombres, de todas las edades y usando uniformes de alguna rama de las FF.AA.
Dentro de la uniformidad de las personas que posan en los stands, se encuentra una distintiva Mirlen Sanhueza en informaciones, dispuesta a que los visitantes de la feria se lleven la mejor experiencia.
Ella es cabo1º e ingresó a la escuela de especialidades de la FACH cuándo tenía 18 años, y posteriormente se especializó como técnico de mecánico en sistemas de aeronaves.
A sus 30, y luego de un arduo recorrido, reconoce que su gusto al uniforme y unos amigos la motivaron a dejar su hogar en Lota para probar esta rama de las fuerzas armadas.
“Cuando me enteré de las especialidades, me dije ‘ya, si me metí a la Fuerza Aérea, quiero trabajar con aviones’. No quería ser administrativa, porque para eso me quedaba a estudiar cerca de mi casa”.
Y así, Mirlen se fue encantando con la mecánica y la aeronáutica.
“Pero fue duro, demasiado duro y sacrificado”.
Mirlen era de las pocas mujeres en su generación, y de las únicas cursando su especialidad, pero nada de eso la detuvo, y de hecho, reconoce que el ambiente en esa área es grato porque hay mucho trabajo en equipo.
Cuando entró a la escuela, poco a poco fue planteándose metas; Sanhueza buscaba aprender y sentirse realizada profesionalmente, pero “cuando fui mamá, obviamente mis prioridades cambiaron”, comentó.
A los 25 años tuvo su primera hija, y durante el embarazo la institución le ofreció trasladarse al área administrativa para evitar los riesgos de estar expuesta a los materiales propios de la mecánica, como químicos, combustibles y piezas pesadas.
“Para mí fue un cambio muy drástico”, señaló.
La mecánica de aeronaves es demandante. Si una nave falla o necesita revisión antes de una misión imprevista, el equipo de especialistas debe atender la urgencia, no importa la hora o el día de la semana. Por eso, desde que Mirlen es mamá se dedica a programar el mantenimiento de las aeronaves en el área administrativa, y así tiene más tiempo para estarccon su familia.
El vuelo de una mujer
En el puesto 24e del hall E se encuentra Aerolíder, una empresa multipropósito que, además de consultora, centro de mantenimiento aeronáutico y aerolínea, es una escuela 141 FA con programas en Estados Unidos. Eso quiere decir que, en una fusión entre la aviación civil y la aeronáutica, la escuela ofrece programas para obtener licencia de piloto comercial en un año.
Nicolás Briones es director de marketing de Aerolíder y asegura que: «De un curso de 10 personas (en un programa de la escuela) pueden ser una o dos mujeres, no es más que eso».
Según la Sociedad Internacional de Mujeres Pilotos de Aerolíneas Comerciales, en inglés International Society of Women Airline Pilots (Iswap), actualmente solo un 5.8% de los pilotos de aerolíneas comerciales en todo el mundo son mujeres, mientras que según cifras de la Dirección General de Aeronáutica Civil (DGAC) publicadas en La Tercera en enero del 2023, “de las 1.318 licencias vigentes hoy en día, 88 están en manos de mujeres”.
Ana Mosquera es ecuatoriana, tiene 28 años y obtuvo su licencia de piloto comercial en Estados Unidos el 2017. Sin embargo, hoy trabaja como intérprete de idiomas y, a pesar de que hizo los cursos en Estados Unidos y Chile, se define como “piloto comercial frustrada”.
“Desde los 12 años supe que quería esta carrera, y bueno, mientras más averiguaba, más me gustaba… y nunca se me fue el bicho, nunca se me fue la idea de la cabeza», asegura.
En su temprana juventud formó parte de un grupo de aficionados a la aeronáutica, en el que participaban personas de todas las edades, pero Ana era la única mujer.
La invitaban siempre a distintas actividades, como a ver aviones y usar simuladores de vuelo, pero muchas veces la introversión y la adolescencia la hicieron rechazar los planes.
“No lo aproveché tanto como lo hubiese hecho ahora», asegura.
Terminó el curso de piloto en Estados Unidos el 2017 y se vino a vivir a Chile con su pareja – que también se dedica a la aviación-. “Se me dio la oportunidad y aquí hay mucha más demanda en cuanto a la aeronáutica que en mi país”, indica.
Durante ese periodo, Mosquera aprendía a vivir la vida adulta. Ahorró lo suficiente como para pagarse más horas de vuelo mientras buscaba trabajo como piloto, pero entre el 2020 y 2021, la llegada de la pandemia la alejó de su sueño, y el paso del tiempo para estas licencias es como una bomba en cuenta regresiva.
“En enero del 2022 pasé mi examen con un inspector de la DGAC y con esto ya obtuve la licencia de piloto comercial chilena.” -finalmente, Mosquera volvía a las pistas- “Unos días después, me enteré que estaba embarazada», declara.
Una sorpresa de la que está orgullosa, pero que lamentablemente, ha dificultado su desarrollo profesional. Según explica Ana, “la Dirección General de Aeronáutica Civil no te permite volar ni el primer trimestre del embarazo ni el tercero, así que no pude seguir con mi entrenamiento. Eso me frenó.
Su hija nació a finales de agosto del 2022, y aunque reconoce que “si no me hubiese quedado embarazada, yo ya estaría con mi licencia y mi habilitación de vuelo lista para postular”, Mosquera no ha abandonado su pasión y ya se encuentra realizando los trámites para volver al aire.
“Cuando uno vuela en aviones pequeños, uno siente todo bueno. Tener el control del avión es maravilloso”, agrega.
En el recorrido por la feria, casi todas las mujeres llevan uniforme de alguna fuerza armada, ya sea de Chile u otro país. A pesar de que son pocas -en comparación a los hombres- y con diversos grados, son aún menos las que ejercen grandes cargos y solo algunas son piloto privado o de aerolínea -o incluso, que han venido a hacer diplomacia-.
En una reflexión, tratando de encontrar el por qué de la situación, Briones comenta: “Las personas piensan que la FACH es como lo primero para uno ser piloto de aerolínea, pero no es así, porque la FACH vendría siendo piloto de combate (…) realmente uno desconoce las oportunidades”.
Las mujeres y el cielo
No es que haya pocas mujeres en el mundo de la aeronáutica, pero a pesar de que cada vez son más las referentes, estas difícilmente logran alcanzar los altos mandos, tanto cuando se trata de fuerzas armadas como pilotos civiles.
En 2022 ,Viviana Iturriaga hizo historia al ser la primera mujer en representar a Chile ante el consejo de la Organización de Aviación Civil Internacional.
En febrero de 2018 falleció Margot Duhalde, una mujer ícono para la aviación chilena que vale la pena recordar, ya que fue la primera piloto de guerra del país.
Nicole Janne es académica en el Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Chile, y el 2021 realizó una investigación que tituló “Nosotras nos adaptamos, quienes se hacen problemas son los hombres: Las oficiales de las Fuerzas Armadas de Chile». Respecto a este trabajo, realizó un breve seminario en el Hall A de la FIDAE.
En cuanto al desarrollo de su trabajo, Janne explicó que se enfocó en tres asuntos: “En primer lugar, me interesa saber cuáles son los obstáculos que pueden enfrentar mujeres oficiales respecto a su desarrollo profesional. En segundo término, lo referente a su entorno laboral. Y en tercer lugar, en lo relacionado con ser militar y hacer esto compatible con tener una vida privada y una familia».
Para este informe, la académica explicó la metodología con la que trabajó, en la que, además de entrevistas a oficiales -algunas con experiencia en departamentos de género- y personas con otros roles dentro de la institución, organizó al menos diez grupos focales.
“En este estudio se identificaron obstáculos que enfrentan las oficiales en relación a su desarrollo profesional, el entorno laboral y en cuanto a la compatibilidad de su carrera profesional con tener hijos», comentó la académica.
Al finalizar la presentación, desde Cooler se le preguntó por su percepción sobre qué tan cerca se está de superar los obstáculos planteados para que las mujeres puedan llegar a los altos cargos, a lo que Janne respondió:
“Hubo una oficial que dijo: Recuérdame, un día voy a estar ahí y me gustaría pensar que es verdad que un día lo vamos a ver”.