Cada vez más, las mujeres se abren camino en el universo de la ciencia y la tecnología. Sin embargo, aún existen barreras que impiden que su presencia en esta área pueda igualar a la de los hombres. Visibilizar el trabajo de las científicas es clave para superar las brechas, según destacadas mujeres del rubro.
Por Cecilia Ambler
A lo largo de la historia, las mujeres han sido pioneras en descubrir, crear e innovar en el campo de la ciencia y la tecnología. Ejemplos hay muchos, desde Marie Curie en física, Rosalind Franklin en química, Joselyn Bell en astrofísica o Margarita Salas en bioquímica, entre tantas otras.
En Chile, destacadas mujeres también han sobresalido en estas áreas, como la doctora en Física de la Universidad de Cambridge, Giovanna Cottin, quien desde muy pequeña tenía el anhelo de entender la naturaleza, todo lo que la rodeaba y a ella misma: “Quería saber de qué estaba hecha yo y las cosas en el universo”.
Se especializó en física de partículas y hoy es profesora asistente de la Facultad de Física de la Pontificia Universidad Católica de Chile e investigadora asociada del Instituto Milenio en Física Subatómica en la frontera de altas energías (SAPHIR), que busca comprender y estudiar las partículas y las interacciones fundamentales del universo.
A Irene del Real, también desde temprana edad, le gustaba aprender, leer enciclopedias y pasar tiempo al aire libre. Su familia incentivó su curiosidad, a menudo con subidas a cerros y yendo de camping en las vacaciones. Cuando debió escoger una carrera profesional, advirtió que no le atraía un puesto en una oficina o laboratorio. Lo suyo definitivamente no era permanecer entre cuatro paredes, sino que fuera de ellas, en terreno:
– Ahí salió la idea de la geología, pues podía hacer ciencia para seguir ocupando esta curiosidad pero puertas afuera, y también entender cosas que me parecen muy interesantes, como el entorno físico donde uno está –dice.
Madeleine Valderrama no sabía si estudiar derecho o arquitectura. Sin embargo, como con las matemáticas tenía un “entendimiento profundo” y se le daban fácil los números y cálculos, finalmente se decidió por ingeniería civil industrial.
Comenzó a especializarse en procesos y tecnología. Años después, en 2017, fundó Altum Lab, empresa que con su software “Bruna” puede predecir, a través de inteligencia artificial, la calidad de las materias primas utilizadas en distintos procesos y así optimizar las operaciones en minería o agricultura, entre otras industrias.
Las experiencias y trayectorias de estas tres mujeres se reflejan en los reconocimientos que han ganado en sus carreras. Cottin es acreedora del Premio a la Excelencia Científica Adelina Gutiérrez 2023, entregado por la Academia Chilena de Ciencia en el área de ciencias exactas; Valderrama fue distinguida en 2022 como una de las 100 mujeres líderes de Chile por El Mercurio y Del Real fue galardonada dos veces con el premio For Women of Science de L’Oréal Chile junto a la Unesco en 2020 y 2022, el cual distingue a las científicas más destacadas del mundo.
En sus historias y profesiones no solo confluyen sus logros y éxitos, sino también las llevan a coincidir en una opinión categórica: se necesitan más mujeres en ciencia.
“Tenemos la oportunidad de usar
el privilegio que es la vida para hacer
del mundo un lugar mejor ”.
-Jane Godall, etóloga.
¿Qué dicen los datos?
Si bien los resultados de las postulaciones a la educación superior en 2024 entregados por el Mineduc reflejaron un aumento del 16,8% de mujeres seleccionadas a carreras STEM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas por sus nombres en inglés) respecto del año anterior, el informe Brechas de Género 2023 publicado por la Subsecretaría de Educación Superior, expuso que en el mismo proceso de admisión, apenas un 19,7% de mujeres finalmente se matriculó en carreras relacionadas a esas áreas, donde los hombres representaron el 80,3%.
Además, la Tercera Radiografía de Género en CTCI (Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación) que publicó en 2023 el Ministerio de Ciencia, ubica a Chile como el cuarto país de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) con menos mujeres tituladas en carreras STEM.
Esta tendencia se repite en varios países de la región, según explica Ana Güezmes, directora de la división de Asuntos de Género de la CEPAL (Comisión Económica para América Latina y el Caribe): “En promedio, las mujeres de América Latina se concentran en los campos de la medicina y las ciencias de la salud, las ciencias sociales, las humanidades y las artes, pero según datos de UNESCO, solo representan algo más de un 25% de quienes investigan en el campo de la ingeniería y la tecnología”.
Güezmes sostiene que la desigualdad de género alcanza su punto máximo en la educación superior, ya a nivel mundial un 35% de los estudiantes matriculados en el sector de STEM son mujeres y que “esta brecha persiste durante la educación superior, la transición al mundo laboral e incluso en la trayectoria profesional”, dice.
Las cifras responden a varios motivos, detalla la representante de CEPAL, entre las que se encuentran la exclusión progresiva de las niñas y adolescentes de estas materias y que “la escasa representación de las mujeres en niveles superiores de educación en estas áreas son diversas y responden a diferentes dimensiones”.
Carolina Gainza, subsecretaria de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación, agrega más causas: “Entre los factores más relevantes asociados a esta problemática, encontramos la falta de identidad con estas áreas, los sesgos y estereotipos de género, la ausencia de soportes y modelos a seguir”. Considera, además, otro aspecto importante: la existencia de barreras a las que se enfrentan las mujeres en su carrera científica, que dificultan su ingreso, desarrollo y permanencia.
“Como el trabajo de cuidados, que recae en su mayoría sobre las mujeres; el predominio masculino en la estructura de poder de la investigación; la construcción androcéntrica que no valora de igual modo la producción de conocimiento generado por las mujeres, y la permanencia de estereotipos de género arraigados en la comunidad académica y científica”, asegura la subsecretaria.
Irene del Real coincide en que para el género femenino es difícil permanecer en este campo, especialmente porque muchas mujeres optan por tener familia en el rango de edad que es el más importante para el desarrollo de su carrera. “El sistema se ha ido adaptando a eso y entendiendo que es un ítem importante, pero si uno lo ve hacia atrás, claramente hay problemas con esos puntos específicos”, dice la autora del libro “Todo lo que brilla: cómo los metales han formado nuestra historia”.
La subsecretaria Gainza agrega: “Toda esta evidencia da cuenta de que nos enfrentamos a un problema complejo, de carácter mundial y que impone grandes dificultades para que la diversidad de mujeres y niñas avancen progresivamente en sus carreras”.
«La ciencia y la vida cotidiana
no pueden ni deben
estar separadas»
-Rosalind Franklin, química y cristalógrafa.
Todas son bienvenidas
Cuando Madeleine Valderrama se internó en el mundo del emprendimiento tecnológico algo llamó su atención: “Me empezó a pasar que no tenía contrapartes mujeres. Íbamos a una competencia o a un pitch y eran solo hombres. Ahí me empecé a dar cuenta de que había un sesgo en particular”. El presente tiene más matices. “Hoy sí tengo compañeras en innovación, en inteligencia artificial, en empresas e industrias duras. Hace tres o cinco años, no las tenía”, dice.
La geóloga Irene Del Real también se enfrentó a barreras particulares solo por el hecho de ser mujer en su campo de especialización y muchas de ellas surgieron cuando trabajó en las minas. “Hay una especie de rechazo un poco inherente de quienes trabajan ahí porque no es tan común ver mujeres en esa área”, cuenta. Sin embargo, al igual que Valderrama, observa cambios con el paso del tiempo:
“Esto ha ido disminuyendo y hay empresas mineras que han hecho trabajos bien fuertes para tener más contrataciones de mujeres, entendiendo que se necesita para poder mejorar la productividad”, dice la investigadora.
Para Belén Franco, bióloga marina que cursa sus estudios postdoctorales en Países Bajos y que de niña soñaba con “salvar a las ballenas”, el papel de la mujer en la ciencia es fundamental, ya que todo parte con una “pregunta científica” que puede ser diferente entre ambos géneros. Esto tiene una gran ventaja, según explica la investigadora del Netherlands Institute of Ecology, porque “puede abrir nuevas posibilidades y perspectivas a distintos problemas que tenemos que enfrentar hoy como sociedad”.
Proseguir la promoción de la igualdad de género en STEM requiere implementar políticas públicas integrales que combinen estrategias, afirma Ana Güezmes: “Que no solo se centren en el ámbito educativo, sino que aborden los nudos estructurales de la desigualdad. Esto implica combinar acciones afirmativas con reformas legislativas y de igualdad de oportunidades, así como integrar el enfoque de género en sectores relacionados con STEM”.
Agrega Güezmes que además es necesario fortalecer la conexión entre las políticas y el empleo en estos campos, “y crear espacios de coordinación intersectorial para impulsar la transversalización de género”.
Para la académica Giovanna Cottin, además de brindar mayores y mejores oportunidades, es esencial el financiamiento, fomentar la permanencia de las mujeres en las ciencias y proteger a las que han logrado desarrollarse como investigadores y científicas con impacto.
– Esto me parece clave. Esa protección creo que pasa por balancear mejor la carga académica con responsabilidades de administración, docencia, supervisión de estudiantes, investigación, outreach, etcétera. O premiar con tiempo los papers, y todo lo que no es un paper, para poder sentarse a pensar y así poder seguir teniendo ganas de idear proyectos con valor e impacto para la sociedad, y para nosotras mismas –asegura Cottin.
Todas coinciden en un aspecto: visibilizar el trabajo e investigaciones de científicas es primordial para que las niñas y jóvenes tengan referentes y modelos a seguir.
– Es importante para que las niñas que vienen en camino sepan que se puede, porque hay mujeres que están ahí y que hay un espacio también para ellas –dice Belén Franco.
La ingeniera Madeleine Valderrama considera que “la socialización y la normalización de las mujeres en distintos ámbitos y el reconocimiento constante de su éxito, inspira y facilita”.
Cottin, que es cofundadora del taller científico “Niñas Atómicas”, donde les enseñan a niñas de primero y segundo medio sobre habilidades transversales en el campo de STEM, como electrónica y programación, además de física de partículas, admite que se necesitan “estrategias que abran oportunidades desde temprana edad y proporcionen espacios seguros –y en lo posible libres de sesgos– para que jóvenes, niños y niñas puedan desarrollar habilidades STEM”.
Irene del Real las invita a siempre seguir la llama de la curiosidad, a preguntarse sobre el entorno que las rodea y pide no olvidar que “la ciencia es un mundo que necesita más mujeres. Así que no sobran, al revés, faltan. Todas son bienvenidas”.
«Era como si se me abriera un mundo nuevo,
el mundo de la ciencia, que por fin se me
permitía conocer con toda libertad»
-Marie Curie, física, matemática y química.