Hoy son las elecciones en Brasil. Lula Da Silva y Jair Bolsonaro corren con ventaja. El primero podría ganar en primera vuelta, mientras que, el actual Presidente podría desconocer los resultados. Dos agendas y visiones de mundo opuestas se enfrentan en las urnas, con los ojos de Latinoamérica sobre Brasil, en unas elecciones históricas: las más polarizadas que se hayan visto.
Escrito por Andrés López Awad
«Estoy seguro que serán unas elecciones limpias y que ganaremos con el 60% de los votos» dijo Jair Bolsonaro esta mañana luego de votar en un colegio de Río de Janeiro. Su principal contrincante, Lula, votó en Sao Paulo. Dijo estar «muy feliz». Es que la elección de este domingo es histórica y la más polarizada en la historia del país.
La inflación, el alto costo de la vida y el aumento de la desigualdad social fueron los principales elementos sobre los cuales se llevó adelante la campaña de los siete candidatos a la presidencia: Lula da Silva (PT), Bolsonaro (PL), D’Ávila (NOVO), Tebet (MDB), Gomes (PDT), Soraya Thronicke (União Brasil) y el Padre Kelmon (PTB).
Los últimos sondeos aseguran que Lula se llevará más de la mitad de los votos, pero no pueden asegurar un triunfo del exPresidente en primera vuelta. Es una elección en la que todo puede pasar.
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Las elecciones de 2018 estuvieron caracterizadas por el derrumbe de las instituciones democráticas, comenzando por la Presidencia de Brasil, duramente cuestionada por la judicialización de casos de corrupción, algunos supuestos y otros reales.
En medio de la administración del Presidente Temer, quien asumió el mandato inconcluso de Dilma Rouseff, tras ser destituida por el Congreso acusada de corrupción -que luego fue desmentido por la justicia-, el nombre de un tal Jair Bolsonaro apareció en la palestra. Un exmilitar y diputado de un pequeño partido de derecha integrado por “caciques” del campo y organizaciones evangélicas, supo interpretar el momento, en que la justicia misma se transformó en un poder político y que golpeó a los partidos tradicionales de derecha como a la izquierda y a su principal fuerza, el Partido de los Trabajadores.
El editor general de Le Monde Diplomatique y excorresponsal del medio en Brasil, Libio Pérez, aseguró a Cooler que «en esa crisis, la izquierda no pudo remontar su desgaste y Bolsonaro, con un discurso populista en extremo, consiguió ganar las elecciones, con fuerte apoyo popular, con los medios de prensa a su favor -ante la falta de otras candidaturas de derecha-, con la derecha fracturada y el apoyo militar».
Esta elección marca el retorno de la principal figura política de los últimos años en Brasil, quien busca poner un freno al avance de Bolsonaro y sus correligionarios: Lula Da Silva. Migrante del nordeste de Brasil, la zona más pobre del país, que llegó a Sao Paulo y se hizo obrero de la industria metalmecánica -con estudios inconclusos-, donde organizó a los grandes sindicatos en plena dictadura. Años después fundó el Partido de los Trabajadores, fue electo diputado y luego Presidente.
Lula tuvo dos mandatos. Su mayor logro fue sacar de la extrema pobreza a 50 millones de personas, reubicar a Brasil entre las diez mayores potencias económicas del mundo y con una fuerte influencia internacional. Libio Pérez aseguró que «su gestión generó una ampliación de las capas medias, con mayor acceso al consumo y a la educación. Incluso durante los más de 500 días que estuvo en prisión y que lo dejó fuera de la elección en la que ganó Bolsonaro, Lula ha mantenido altos índices de adhesión popular que incluso en las elecciones del domingo podría llevarlo a ganar en primera vuelta. Lula es un líder de fuerte anclaje en el mundo popular y en los sectores medios».
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Caio Braga (25) vive en Fortaleza, Ceará, al noreste de Brasil. Él puede sentir la polarización en su país de cara a la elección de hoy. Sabe lo que representaría un triunfo de Bolsonaro. Dijo a Cooler que «la victoria de Bolsonaro significaría el privilegio de la clase favorecida frente a la clase pobre, un gobierno que desregula las regulaciones ambientales, retira dinero de la educación, privatiza empresas estatales importantes para el país y para las clases menos favorecidas para apoyar a las grandes corporaciones y acumular riqueza capital de una pequeña porción de la sociedad».
Naiara Torres (32), en tanto, vive en Sao Paulo. Hace un tiempo que perdió la confianza en las fuerzas políticas. «La victoria de Lula sería como esa vieja política brasileña, la de volver a lo mismo. Realmente no creo en la fuerza de su gobierno». Cuenta que durante toda la elección no ha hecho campaña por ningún candidato, que por la polarización, cree que es peligroso apoyar públicamente a uno o a otro.
Ambos llegan a esta elección preocupados por el futuro de Brasil y decepcionados de cómo se ha llevado esta elección. Para Caio «el gobierno de Lula pecó de no poder realizar políticas contra la acumulación de capital y grandes fortunas y herencias, contra la hegemonía de los bancos en contra la clase pobre. Sin embargo, votaré por Lula por ser cómplice de varias políticas humanas, por saber que el poder es del pueblo y no lo da la clase rica». Naiara, en tanto, definirá su voto en la urna, pero tiene una claridad: «Cualquiera menos Bolsonaro».
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Los ojos de Latinoamérica están sobre Brasil. Lula y Bolsonaro, los dos favoritos para una eventual segunda vuelta tienen dos hojas de ruta completamente distintas y que podrían afectar la correlación de fuerzas de la región. Para Libio Pérez, si gana Bolsonaro «será la consolidación de un modelo neofacista que, eventualmente, se podría desplegar con mayor profundidad, como la venta de la Amazonía, la prohibición total del aborto, la militarización de las zonas de conflicto, la privatización de grandes empresas estatales y, tal vez, levantar barreras proteccionistas que dificulten el comercio regional».
Lula Da Silva, quien corre con ventaja en las encuestas, tiene un programa enfocado en el crecimiento económico, en la generación de empleos y la recuperación de programas sociales. Según Pérez «deberá revertir algunas medidas, como la liberación de tenencia de armas y restitución de derechos a mujeres y otros sectores de la población. Una tarea clave es el fortalecimiento de la democracia, así como la reinserción de Brasil en el concierto internacional y regional».
Se espera que más de 150 millones de brasileños concurran a las urnas esta jornada. El candidato del Partido de los Trabajadores corre con ventaja y existe la posibilidad que gane en primera vuelta. Hay temor de que Bolsonaro incluso pueda desconocer los resultados, aunque hace unas horas aseguró que «si la elección es limpia» reconocerá la elección. Esta noche sabremos qué camino eligieron los brasileños para los próximos cuatro años, a la espera de si el resultado será o no el inicio de algo nuevo para un país que hace años necesita sanar sus heridas institucionales.