Parque Nacional Torres del Paine, la cuna del puma chileno al “Fin del mundo”

Por Antalia Cheul

Entre prados, montañas y árboles nativos se encuentra la octava maravilla del mundo. Está en Chile y cumplió 65 años: Torres del Paine es uno de los tesoros naturales más aclamados por el público como la principal atracción turística de Sudamérica y el albergue de la mayor densidad poblacional de pumas en la Tierra.

Cada 13 de mayo se celebra el aniversario del Parque Nacional Torres del Paine desde su fundación en 1959. Ubicado al extremo sur del país, son 242 mil hectáreas y uno de los mayores atractivos turísticos del mundo por su ecosistema rico en naturaleza, su particular geografía que incluye montañas, glaciares, bosques, valles, ríos y lagos, junto con una gran variedad de flora y fauna. Aquí, en este remoto lugar al «fin del mundo”, la población de pumas crece cada vez más.

65 Años cumplió el Parque Nacional Torres del Paine, una de las maravillas naturales del país. (Archivo: My Guide Chile).

Una caja de Pandora

Según un estudio realizado por el Programa Puma de la ONG Panthera, organización mundial preocupada de la conservación de felinos silvestres (www.panthera.org) y publicado por la revista científica Animal Conservation en 2023, el Parque Nacional Torres del Paine es el territorio con mayor densidad poblacional de pumas del planeta. Los investigadores estimaron un total de 5,1 individuos adultos independientes por cada 100 km2, en comparación al promedio registrado de 1,8 pumas independientes por 100 km2 en su rango de distribución. La organización trabaja en el territorio desde 2019 y es uno de los principales proyectos del Programa.

Junto a las estancias adyacentes que apoyan la conservación de pumas mediante estrategias de coexistencia como el turismo de puma y la ganadería amigable con la conservación este felino, el Parque Nacional Torres del Paine es uno de los mayores atractivos turísticos para quienes aterrizan en la zona para deleitarse de este imponente espacio natural.

La ONG Panthera se dedica exclusivamente a la conservación de las 40 especies de felinos silvestres del mundo. Realiza diversos programas según cada especie, separando a los felinos grandes -como el puma- de los pequeños. Basa su labor en la ciencia, para establecer sus estrategias de conservación que han tenido un gran impacto en la población de pumas y otras especies de felinos a nivel latinoamericano.

Panthera comenzó su investigación en Patagonia en 2019. Ese año instalaron 80 cámaras trampas en el Parque Nacional Torres del Paine y dos estancias aledañas para estimar la densidad de pumas. También utilizaron perros rastreadores con los que obtener muestras genéticas de ADN obtenidas a través de las heces de los felinos, de modo de identificar distintos individuos y realizar un modelo estadístico con la finalidad de estimar su cantidad. Tras los análisis, compararon las cifras de densidad con esta metodología (5,1 pumas por 100km2) con el de las cámaras (rango entre 3,2 a 7,4 pumas por 100km2), logrando números similares, lo cual les permitió llegar a la conclusión de que, efectivamente, Torres del Paine es uno de los lugares con más pumas de todo el globo.

¿Por qué Torres del Paine alberga esta densidad de pumas? 

“Es una buena pregunta”, responde Omar Ohrens, investigador del programa Puma de la ONG Panthera. Explica que se trata de «un lugar bastante rico en lo que se refiere a cantidad de mamíferos, o sea, cantidad de presas -como el guanaco- que hay disponibles para el puma en comparación a otros sitios de Chile, como la zona central, donde creemos que la densidad es muy baja debido a la baja densidad de presas”.

En Chile, el puma es el depredador tope de la cadena trófica, por lo que no tiene competencia con otro animal en la Patagonia ni en el país. “Esto, sumado a la alta abundancia de presas, se convierte en una especie de receta para que este resultado sea posible”, señaló Nicolás Lagos, coordinador del proyecto de coexistencia humano-puma en Patagonia de la ONG Panthera.

“Lo otro es la situación de protección del lugar. Es un Parque Nacional, por ende, las presas están resguardadas y las poblaciones de seres vivos están saludables. Entonces todas esas cosas que ocurren aquí en Torres del Paine, se traducen en que finalmente el lugar tenga la densidad de pumas más grande del mundo”, aseguró Lagos.

Torres del Paine alberga la mayor densidad de pumas del mundo. (Archivo: El Mercurio),

La caza es uno de los factores que ha puesto en riesgo el puma en otras zonas del país. (Archivo: Diario Sur).

Preparen, apunten, fuego

La situación suena afortunada si es que se plantea desde el punto de vista chileno, pero al otro lado de la cordillera, el tema es bastante complicado. Mientras que en Chile la caza de pumas está prohibida por ley y la especie es catalogada como «casi amenazada» a nivel nacional, en Argentina la conversación es otra.

El 27 de marzo de 2024 se informó que la temporada de caza deportiva -captura de animales como recreación o para alimentos- en la provincia de Santa Cruz, Argentina, fue autorizada por el Consejo Agrario Provincial. Aquellos que obtengan la licencia correspondiente podrán capturar pumas, zorros y guanacos entre el 1 de abril y el 31 de agosto de este año.

Las redes sociales se llenan cada año de fotos de cazadores posando con sus pieles y cabezas, e incluso, muestran muebles y tapices confeccionados con ellos, una práctica arcaica en la actualidad, pero que, para otros, es todo un deleite. Organizaciones de conservación como Rewilding critican este tipo de situaciones y luchan diariamente por la protección y conservación de todas las especies dentro del ecosistema.

“Esto habla de que no estamos entendiendo nada. No hemos aprendido que, en realidad, la caza no resuelve ni un conflicto. El principal problema de esto es que no estamos teniendo una mirada responsable ni integral al tomar una decisión de este tipo”, dice Cristián Saucedo, médico veterinario y director de los programas de vida silvestre de la Fundació Rewilding Chile.

La organización -ex Tompkins Conservation en el país- se enfoca en sanar a la naturaleza y devolver el espacio a la vida silvestre en el mundo a través de la restauración a gran escala de los ecosistemas en la tierra y el mar. Esta fundación propone buscar maneras de coexistir con los pumas, entendiendo que son el máximo predador de la cadena trófica en el territorio nacional, y que existen otras formas de hacer las cosas: Rewilding Chile trabajó en un proyecto similar al de Torres del Paine en el Parque Nacional Patagonia en Aysén entre 2005 y 2014.

El proceso de transición no fue de la noche a la mañana. En 2004 adquirieron una estancia ganadera con más de 30 mil ovejas y casi 5 mil bovinos, donde la mirada cultural local respecto a los depredadores era creer necesario su exterminio. Pensaban que había que eliminarlos porque de lo contrario se comerían el ganado de las estancias. A través de Tompkins Conservation ­-ex Rewilding Chile-, adquirieron 80 mil hectáreas para la creación del parque, reservas que entonces manejaba la Corporación Nacional Forestal (Conaf).

Su trabajo consistió en remover el alambrado y vender el ganado para instaurar un nuevo concepto en el territorio. Prohibieron la caza de pumas y zorros en el lugar, porque eran especies protegidas dentro del territorio nacional. Les tomó casi 10 años reducir el ganado que venía con la compra de la estancia. Por un lado, el plan buscaba adaptar el ecosistema al cambio y por otro, se dejaría de cazar en el lugar.

Montaña, bosques, nieve, lagos y naturaleza, las claves del Parque Nacional. (Archivo: Inout Viajes).

Para lograr la meta trabajaron en dos líneas: En primer lugar, concientizaron a la población con información sobre el puma y les colocaron dispositivos de rastreos para obtener datos sobre sus desplazamientos, para describir sus territorios, qué consumían y cuál era su dieta principal. También contrastaron sus datos y compartieron hallazgos corroborados por el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), el Ministerio de Agricultura, la Conaf y las asociaciones ganaderas de la zona.

Cristián Saucedo mencionó que “de eso habla un poco Rewilding, del reasilvestramiento. Es decir, primero recuperar las especies y las interacciones entre ellas dentro del ecosistema. Segundo, recubrir el ganado y el alambrado. Tercero, reducir las amenazas de los pumas -como los perros, la caza y, por ende, su persecución-. Y cuarto, generar un esfuerzo por comprobar la información para medir el éxito de estas acciones”.

Un caso emblemático que tuvieron en el Parque Nacional Patagonia fue el de un puma macho de dos años al que le colocaron un collar GPS, que estuvo alrededor de un mes en el lugar. El seguimiento satelital marcó que se dirigió hacia Argentina. Caminó 800 kilómetros y terminó muerto en una estancia. Algunos dirán que fue una tragedia, pero para otros, fue un descubrimiento excepcional. Jamás pensaron que un puma tendría esa capacidad de desplazamiento. Además, se movió de manera transfronteriza hacia otro país. Y no tuvo problemas con el ganado silvestre.

“Ocurre una exacerbación sobre que el puma y los zorros dejan la embarrada, pero creo que aquí hay que ser responsables con lo que se dice. Que los ganaderos le hagan llegar las estadísticas a las autoridades, porque esa es la única forma de que exista una baja de recursos públicos en la medida que efectivamente exista”, dijo Saucedo. Agregó que es verdad que la situación genera cierto grado de frustración en los estancieros, porque es difícil hacerse cargo de las pérdidas, pero que la solución nunca ha sido cazarlos, ni tampoco dejar que se muevan libremente matando al ganado. Hay que buscar un equilibrio para la coexistencia, incluidos los seres humanos.

En la ONG Panthera afirmaron que siempre ha existido la presión por parte de la comunidad estanciera por disminuir el conflicto entre la conservación de poblaciones de puma y la actividad ganadera, porque eventualmente, el felino consume ovejas, que es la principal fuente económica de la Patagonia. “En Chile también miran esta medida como algo deseado, porque a muchos les gustaría que en el fondo existiese algo similar acá”, aseguró Nicolás Lagos.

Por su pelaje es capaz de resistir las temperaturas de la Patagonia. (Archivo: Revista La Tranquera)

Pumas sin fronteras

Mientras en Chile las organizaciones trabajan unidas por la conservación de estas especies, en Argentina pasan inadvertidas. Si bien los expertos indicaron que no se puede predecir a cabalidad lo que ocurra a nivel legal en el país, se sabe que los más afectados en este caso serán los pumas: “La especie nativa tiene grandes desplazamientos y ellos no tienen ni idea de límites administrativos. No saben de países, de provincias, ni de regiones. Ellos se desplazan libremente en busca de alimento obedeciendo a fenómenos biológicos”, aseguró el médico veterinario de Rewilding Chile.

Omar Ohrens explicó que cada provincia argentina tiene su propia legislación sobre el tema, pero que, en el caso de Santa Cruz, la caza de pumas es totalmente libre si se cumple con el permiso otorgado por las autoridades nacionales.

Además, indicó que la provincia cubre prácticamente más de la mitad de la Patagonia y que el impacto que tendrá en las poblaciones de pumas será tremendo, “sobre todo pensando que acá en Chile, la vía de conectividad de los felinos de sur a norte es por Argentina”.

Los pumas no conocen de fronteras y transitan entre Chile y el país trasandino libremente. De hecho, la provincia de Santa Cruz limita con la región de Aysén, donde justamente se encuentra el Parque Patagonia, territorio protegido por Rewilding Chile.

En el caso de Torres del Paine, la situación es diferente. Como Parque Nacional está protegido y conservado por el Estado chileno, y para algunos, es triste ver cómo por las legislaciones de otros países, el territorio nacional permanece en constante amenaza, prediciéndose que quizás en algún futuro no muy lejano, la situación se torne desfavorable.