La justa continental dejó momentos únicos e inéditos. Todo Chile vibró con una fiesta que mostró la cara agridulce del deporte nacional, desde gratas sorpresas hasta amargas decepciones.
Por Fernando Ríos Ramírez
A una semana de haberse apagado la llama, el país aún siente la resaca panamericana. La gente se acostumbró a despertarse y dormir con el deporte en las pantallas de televisores y celulares, despertó pasiones, emocionó y cautivó a varios que desconocían disciplinas aparte de las más populares. Esta es la radiografía de la cita que tuvo a nuestro país como protagonista.
¿Problema sin remedio?
Una de las discusiones más acaloradas en torno al deporte nacional es la falta de incentivos. Pareciera que el fútbol y tenis son prioritarios, desplazando a otras especialidades a un segundo plano. Lo que es peor, quienes compiten deben autofinanciar sus carreras, dado que en muchos casos los presupuestos de sus federaciones no pueden hacerlo.
Son varios los casos. Sofía Rojas, seleccionada de balonmano, debió recorrer las calles de Iquique en busca de dinero para costear un viaje a una concentración en la capital. Ignacia Rivera, campeona mundial de kung fu hizo lo mismo con el fin de defender su título. Franchesca Santi Muñoz, seleccionada de gimnasia artística acusó la falta de fondos para asistir al Mundial en Liverpool, pese a haberse clasificado.
El patrón se replicó con el ciclismo, canotaje y muchos otros deportes. En 2017, la exmaratonista olímpica Érika Olivera fue tajante al respecto: “Da vergüenza ver cómo los deportistas piden limosna”.
El entonces ministro de Deportes, Pablo Squella admitió que “es imposible hacerse cargo de manera asistencial de todos los deportistas”. Comunicacionalmente, fue como pegarse un tiro en la sien.
Desde el ministerio y el Comité Olímpico conocen esta realidad, pero justifican argumentando que en Chile aún no existe una cultura asociada al alto rendimiento. Miguel Ángel Mujica, presidente del COCH, acusa que, pese a los aportes privados y estatales, el apoyo es insuficiente.
Al parecer, nadie sabe lidiar con este dilema.
Brillo en las competencias
Santiago 2023 fue el escenario perfecto para que el Team Chile luciera su calibre. No decepcionaron. El medallero nacional alcanzó las 79 medallas, consiguiendo el octavo puesto en la tabla general: 12 de oro, 31 de plata y 36 de bronce, más que las 50 preseas ganadas en Lima 2019.
El equipo criollo se vistió de dorado. Francisca Crovetto demostró su jerarquía en tiro skeet; Santiago Ford enorgulleció a sus raíces cubanas en el decatlón; Martina Weil inmortalizó su legado familiar en los 400 metros planos; Valentina Toro, Rodrigo Rojas y Enrique Villalón salieron victoriosos del karate; Lucas Nervi emocionó al Estadio Nacional en el lanzamiento de disco; Emanuelle Silva voló en los 200 metros de patín carrera, y la delegación de remo masculino y femenino bogó hacia el oro.
Sin contar los esfuerzos de los demás que se subieron al podio, el rendimiento fue digno de aplauso. Contra viento y marea, Chile supo aprovechar su localía para tener el mejor resultado de su historia en los Juegos Panamericanos. El apoyo de la gente llegó en masa, repletó los recintos, agotó entradas y vieron como sus héroes llegaban a lo más alto.
La instancia también sirvió para aplacar críticas, como fue el caso de Fernando Solabarrieta y Macarena Reyes. “Ya hace mucho que no le da. La verdad, seamos sinceros, nunca le dio mucho tampoco”. El periodista se refería a Isidora Jiménez, desaprobando el rendimiento de quien ostenta el récord nacional de 100 metros planos. En respuesta, la atleta consiguió la plata en el 4 x100 metros femenino.
El episodio le valió a Jiménez y compañía la reivindicación del atletismo femenino. Martina Weil salió en defensa de su compañera, advirtiendo que “si se meten con la Isi, se meten con el atletismo chileno completo”.
Un podio agridulce
Una de las polémicas más grandes de los Panamericanos estuvo en la región de Valparaíso, que albergó los partidos del fútbol femenino y masculino, teniendo a las dos Rojas como protagonistas.
Berizzo llegó con la difícil misión de comandar a la Sub-23 al oro continental. Asumió el desafío ahogado en críticas por los pobres resultados en clasificatorias con la Selección adulta. Solo el primer lugar lo dejaría dormir tranquilo, al menos un par de semanas. Chile llegó a la final, mostrando un esquema mejorado y dando luces de un posible recambio.
El rival era Brasil, la bestia negra histórica de la Roja. Pese a tener la historia en contra, el tanto de Maximiliano Guerrero nos permitió soñar con la utópica victoria, hasta el minuto 84, cuando Ronald Cardoso empató las cifras. Pasó el tiempo extra y la final se resolvió desde los doce pasos. Pesó la jerarquía. Clemente Montes falló un penal crucial y el arquero carioca sentenció el partido.
La culpa cayó sobre Berizzo, pues una vez más leyó mal el partido y los cambios fueron tardíos y deficientes. Chile topó con un Brasil opaco, discreto, alejado del jogo bonito. Aún así, no pudo, pese a que nuestro país fue el único que detuvo su liga para sacar ventaja en la disciplina.
El periodista Manuel de Tezanos Pinto fue lapidario: “En unos Panamericanos que han sido impecables, el fútbol puso la nota amarga. Esta derrota deja muy expuesto al entrenador, es malo planificando partidos, se congela al borde de la cancha. No hace cambios, y cuando los hace son tarde o malos. Una pena que Chile haya perdido esta medalla de oro”.
Chile sin arqueras
Por si fuera poco, el día antes se vivió, tal vez, el papelón más grande del fútbol chileno. La Roja femenina enfrentaba a México en la final en Valparaíso. Se vieron las caras antes en fase de grupos, con triunfo de las aztecas por tres a uno. Ahora se volvían a encontrar con una pequeña diferencia: Chile no tenía arqueras.
Christiane Endler y Antonia Canales abandonaron la concentración previa al trascendental encuentro. Los motivos son variados: la ganadora del The Best se retiró de la Selección, mientras que la segunda portera nacional fue llamada de emergencia debido a la lesión de la titular del Valencia, por lo que emprendió rumbo a España.
En un principio, la opinión pública linchó a Endler. Se pensaba que había abandonado al país en un momento clave. Pero las razones eran otras, luego del 31 de octubre los clubes ya no tenían la obligación de prestar a sus jugadoras. La ANFP fue negligente, pues nunca obtuvo los permisos necesarios para que sus compatriotas se mantuviesen en suelo nacional.
Se dio a entender de que la institución nunca tuvo fe en que la Selección avanzase más allá de semifinales. Al menos esa lectura hizo Andrea Hernández, periodista de ESPN. “Esa situación la prevés de antes, pudiendo convocar a una arquera local”. Su colega Grace Lazcano fue categórica: “No fueron capaces de leerse las bases para darse cuenta que no había sustituciones o que no se permitía inscribir a nuevas jugadoras”.
Así, la Roja salió a la cancha con María José Urrutia al arco. La delantera estuvo impecable todo el partido, pese a no llegar al tiro libre de la mexicana Rebeca Bernal que terminó en gol. Los centroamericanos ganarían por la cuenta mínima y con ello la presea de oro, pero las chilenas se ganaron el respeto del continente.
A modo de protesta, la escuadra nacional se sentó el pasto los primeros segundos del cotejo, acto que fue alabado por la hinchada. Fue un símbolo de apoyo hacia las compañeras que abandonaron, por negligencia a la Roja, del mismo modo que le significó un duro revés al ente rector del fútbol chileno.
Los dardos del papelón se repartieron entre el estratega Luis Mena y el timonel de la ANFP Pablo Milad. Mientras el DT asumió la culpa, el presidente de manera soberbia respondió a la prensa que “uno no puede estar metido en todo. Es un trabajo que tiene que ser profesional, por eso hay staff, y por eso hay coordinadores”.
De igual manera, ambos elencos sacaron cuentas positivas. Por un lado, las mujeres demostraron su compromiso con la Selección sin importar lo complejo del escenario. En tanto, nombres como el de Vicente Pizarro, Damián Pizarro, César Pérez, Alfred Canales, Felipe Loyola y muchos otros comienzan a resonar como el esperado recambio que la Roja tanto ha buscado.
Un colorido legado
La sensación de los Juegos fue un ave. Nada hacía presagiar que Fiu, un pájaro siete colores, se convertiría en la mascota más querida en la historia del deporte panamericano. Su presencia sacó sonrisas, hizo reír, regaló energía y felicidad. La gente se volvió loca por él y el peluche se agotó.
Pasados los primeros días, la efervescencia se tradujo un aumento estratosférico de ventas. En todos sus formatos, ya sea pines, peluches, entre otros, se fueron como pan caliente. Tatiana Meneses, vendedora de la tienda en la Zona Internacional de la Villa, destacó que en un día recaudaron más de 15 millones de pesos, cerrando la caja una hora antes de lo previsto por falta de stock.
“Hubo momentos en los que no parábamos de vender peluches de Fiu. Los atletas compraban de a 10, de a 15”, dijo Meneses. La Fiumanía era real. Más de mil figuritas vendidas por día, no era de extrañar que la pintoresca ave estuviese agotada. El negocio hizo lo suyo, relanzando al Fiu en edición navideña.
La popularidad del pájaro quedó inmortalizada en la ceremonia de clausura, cuando el presidente de Panam Sports, Neven Ilic, le otorgó la última medalla de oro a Fiu. Entre los aplausos del público, el corpóreo brincó de alegría. Con la presea en el ala, fue vitoreado por la ternura que su figura transmitió de principio a fin.
El equipo detrás de su creación conversó con radio ADN. David González, fundador de Mythic Studio fue el principal responsable de dar vida a su diseño. Sus declaraciones exponen su incredulidad: “Jamás en la vida pensamos que iba a llegar a estos niveles de locura: la fiumanía”. Efectivamente, su obra se transformó en un fenómeno sin precedentes.
Su aventura no culminó el 5 de noviembre, pues el 17, la próxima semana, se inaugurarán los Juegos Parapanamericanos, segunda etapa del encuentro deportivo. Pese a ello, el pajarito recibió hasta su propio carné, y muchos lo postulan para quedarse como la mascota oficial del Ministerio de Deportes.
Queda en el tintero cómo operarán las instalaciones del renovado Estadio Nacional. Se espera que estas permitan impulsar aún más a los deportistas a evolucionar en múltiples disciplinas, ya que al fin cuentan con la infraestructura que tanto esperaban. En tanto, Chile se prepara para albergar a más de dos mil atletas en situación de discapacidad para continuar con la mayor fiesta deportiva de su historia.