Correr por una medallita de amor

Historias con motivaciones diferentes convergieron en el objetivo de llegar a la meta en la Maratón de Santiago. Protagonistas compartieron sus historias con Cooler.

Fotografía por Lorena Martínez

Una experiencia de reconexión entre madre e hija, consuelo tras una pérdida, una acción solidaria y superación personal son solo algunas de las marcas indelebles que dejó la Maratón de Santiago 2023.

Un café y pan con manjar, un clásico desayuno fue el motor de un atleta que llegó a la meta tras recorrer 42 kilómetros. Alejandro Martínez, que cumplió su tercera maratón luego de participar anteriormente en Buenos Aires 2022 y Torres del Paine 2021.

«Siempre me ha gustado el deporte en general y en el running encontré una manera sencilla de compatibilizar el trabajo y mi tiempo libre. Me di cuenta que me servía como terapia frente a una pérdida, es mi principal motivación para correr, sentirme un poco mas conectado con ella, que ya no está», contó Martínez emocionado en su tercer día post maratón.

Recorrió la distancia más larga y desafiante de la maratón. Por Lorena Martínez.

Cinco meses de preparación fueron necesarios para cumplir este objetivo donde fue fundamental la ayuda de sus cercanos. «Se podría creer que es un deporte muy solitario, pero para poder cumplir con las sesiones de entrenamiento, se necesita mucho apoyo», agregó.

Es allí dónde su madre resulta fundamental, que lo acompaña en cada evento como una más del equipo. Soporte que recibe también de su pareja, Fiorella Cano, quién compitió de media maratón de 21k. «No sería lo mismo si uno llegara sólo a la meta», contó respecto a la importancia del compañerismo en el running.

Alejandro y Fiorella entrenaron juntos durante cuatro meses. Por Lorena Martínez.

Fiorella protagoniza su propia historia. La admiración que sentía hacia su padre que caminaba seis kilométros cada día la llevó a acompañarlo, cuando él le dijo: «Hijita, tú no estás para caminar, tienes que correr», fue allí cuando participó en el primer evento de 5k, hace un año en Perú, su país natal.

«El inicio fue difícil pero seguí y me di cuenta que mi cuerpo era capaz de resistir, fue chévere y desafiante», relata recordando su principal motivación, ella misma. Así decidió prepararse para los 21k de la Maratón de Santiago. Durante cuatro meses corrió 30 kilómetros todas las semanas y hoy siente cómo su cuerpo comienza a reaccionar y la satisfacción es máxima.

Y si mejor no vamos

La maratón es una carrera de tiempo y distancia pero también de sentimientos, perseverancia y disciplina. Quienes tienen experiencia saben que mantener una rutina de entrenamientos y contar buenos implementos es fundamental. El caso de María José Arias fue extraordinario: con entrenamientos intermitentes y poco equipamiento fue capaz de completar los 10k junto a su madre.

La inesperada pérdida de su abuelo llevó a su madre a una profunda tristeza y falta de motivación. Profesionales de la salud le recomendaron retomar el deporte, pues ya había participado de maratones, incluso en el extranjero.

María José supo entonces que debía hacer algo para ayudarla. «Vamos a correr 10k, entrenemos juntas», le dijo hace ocho meses, cuando se abrieron las inscripciones para la maratón. La motivación de sacar adelante a su mamá la llevó a salir de su zona de confort, pues ni siquiera tenía zapatillas ya que el único deporte que practicaba era descalza haciendo gimnasia rítmica.

«La preparación fue un poco al lote», contó al recordar un entrenamiento estacional pero confiando plenamente en la experiencia de sus padres en otras competencias.

El 14 de mayo llegó el día y María José recibió un mensaje de su madre: «¿Y si mejor no vamos?», decía. «No mamá, vamos a dar pena por último, no importa, vamos», respondió y partieron al Parque O’Higgins. Ahí predominaba un ambiente deportivo, la música y los atletas les dieron la motivación para empezar la carrera.

Los primeros 5k corrió junto a su madre y luego cada una siguió a su ritmo. El último kilometro es un momento decisivo para todo competidor, pero gracias a quienes corrían junto a ella, mantuvo la motivación e incluso al terminar se felicitaron sabiendo entre ellos lo que habían pasado.

«Yo no disfrutaba nada correr cuando partimos esto, pero el prejuicio que tenía fue cambiando», contó mientras recuerda cómo acompañó a sus padres sólo como espectadora en otras competencias. «Yo siempre había estado del otro lado, acompañé a mi papá a la maratón de Boston y casi me llevan presa de tanto gritar al animarlo, entonces ahora verlo desde dentro y ver gente así, uno se da cuenta que en verdad sirve, te cargas de energía».

Madre e hija tras meses de preparación cumplieron su objetivo, que no solo era cruzar la meta, sino también reencontrarse. «Es una medallita de amor», expresó dulcemente su madre al finalizar el recorrido.

Madre e hija. Fotografía por María José Arias.

En este y cualquier evento deportivo se trata no solo de llegar a la meta u obtener el primer lugar. También es compañerismo, resiliencia, disciplina, dedicación y mucho más, como quedó reflejado en la maratón de Santiago.

«Es un proceso muy desgastante física y mentalmente, pero también muy satisfactorio. Compartir con mas de 30.000 personas en el evento deportivo mas masivo del país, es una hermosa experiencia. Ahora hay que empezar a planificar cuál será el próximo desafío».

ALEJANDRO MARTÍNEZ