El 18 de octubre de 2019 marcó la vida de una generación completa. No solo significó un clivaje político a nivel nacional, sino que también incidió en la relación de miles de jóvenes con la realidad de un país que se reveló fracturado y con una importante deuda con sus ciudadanos. En su tercer aniversario, estudiantes y exestudiantes de la Universidad Adolfo Ibáñez relatan lo que fue para ellos y lo que el Estallido Social representa hoy.
Escrito por Andrés López Awad
Octubre, 2019. Una fecha que quedó instalada en la memoria del pueblo de Chile. Para algunos significó el fin de un ciclo y el comienzo de algo nuevo. Para otros un medio de un fin que todavía no llega. Otros lo rechazaron desde su gestación y más todavía por sus consecuencias, ya que fue una subversión de la institucionalidad.
El patio del Edificio A fue testigo de la asamblea adolfina más grande de la historia, con más de 500 estudiantes que no querían perderse la oportunidad de opinar, entre restos recolectados de las manifestaciones de bombas lacrimógenas y cartuchos de balines de goma que los Centros de Estudiantes dejaron a los pies de la asamblea. Todo bajo un enorme lienzo con un mensaje nunca antes visto en la UAI: “Si volver a la normalidad es volver a precariedad, entonces escogemos el caos”.
En esta reconstrucción oral, adolfinas y adolfinos nos cuentan qué representó la revuelta popular más grande desde la vuelta a la democracia.
Comenzó como un día como cualquier otro…
Ese día estaba en el ensayo del Desafío UAI, me había tocado una pauta en Cerrillos sobre los nuevos puntos de carga eléctrica de COPEC. La pauta era temprano así que cuando empezó todo lo del Metro yo ya estaba por llegar a la casa de una amiga, así que alcancé a tomarlo justo antes de que empezara a colapsar todo (Romina, estudiante de Periodismo).
El día del estallido social estaba en mi casa en Santiago Centro, había enviado unos paquetes en el Starken de Tarapacá e iba en camino al Metro Santa Lucía para viajar hasta las Rejas a celebrar mi cumpleaños (Amelia, exestudiante de Diseño)
Ese día estuve en mi departamento. Originalmente tenía que ir a reportear al GAM, pero con mi pareja decidimos no ir. En consideración de eso, nos juntamos con un amigo a tomarnos unas chelas y conversar de la vida (Gonzalo, estudiante de Periodismo)
Estaba en la casa de una compañera estudiando para una prueba y empezaron a llegar los mensajes y los tuits. Cuando vi el edificio de ENEL en llamas entendí que esto no era solo una evasión masiva, que era algo más grande que el 2006 o el 2011 (Guido, estudiante de Periodismo)
Estaba en mi casa en Viña del Mar, allí no pasó mucho sino hasta los días posteriores, así que –como muchas de las personas de regiones– el 18-O lo viví a través de las pantallas. La onda expansiva del estallido tardó varias horas en llegar a las zonas fuera de Santiago (María, estudiante de Periodismo)
Estaba en la UAI, clases con Florencia Darrigandi hasta las 19:10. A las 18:00 hrs nos envió a todxs a casa porque, como ya no había Metro, se dificultaba la movilidad para todxs. Y nunca olvidaré que mencionó sentir el miedo que sintió en dictadura (Francisca, exestudiante de Periodismo)
Lo que hicieron ese 18 de octubre…
Ese mismo día solo me fui a la casa de mi mejor amiga, fue ahí donde empezamos a cachar todo lo que estaba pasando. Me tuve que quedar ahí hasta el día siguiente porque decían que ya no estaba funcionando ningún recorrido de micro ni nada. Aparte mi papá no quería que saliera a la calle sola porque le daba miedo. La verdad a mí me hubiera dado lo mismo, estaba en Las Condes así que no era casi nada hasta mi casa en Vitacura, además que dudaba que por ahí estuviera pasando algo, pero me quedé ahí igual, además que no sabíamos aún exactamente todo lo que estaba pasando, así que nos quedamos ahí con la familia de mi amiga pendientes a las noticias. Al día siguiente sí salimos a manifestarnos por primera vez (Romina, estudiante de Periodismo).
Llegué a mi casa a comentar todo lo que estaba pasando con mi papá. La imagen que nos quedó fue que ahora se venía la grande. Que esto no se iba a quedar ahí. Fue una sensación de caos a la que no estábamos acostumbrados. Al día siguiente fue la primera vez que salí (Guido, estudiante de Periodismo).
Ese día estuve pegada a redes sociales en la U porque no podía creer lo que estaba pasando. En la calle se sentía una tensión que nunca podré explicar pero que sé que todos sentimos (Francisca, exestudiante de Periodismo).
Estaba la tele puesta con las noticias, que mostraban un poco lo que venía pasando desde días anteriores. A medida que fuimos cachando que empezó a quedar una cagá más o menos importante y estaban cerrando el transporte público, mi amigo se tuvo que ir para alcanzarlo porque estábamos en Las Condes y tenía que irse a La Florida. Entonces el Estallido me debió haber tocado en pleno centro pero finalmente lo vi desde mi casa (Gonzalo, estudiante de Periodismo)
Ese día fue rutinario. Fui a la universidad en la mañana, en la tarde me tomé un helado con mi hermana y no agarré el celular por varias horas. Cuando íbamos en la micro de vuelta a casa, escuchamos la conversación de un señor que a alguien le decía por teléfono que el fin del país estaba por venir. Nos reímos un montón. Al llegar, prendimos la tele y no la dejamos de ver por horas. Me hice una cuenta en Twitter (María, estudiante de Periodismo).
Ese día iba a celebrar mi cumpleaños, tenía organizada una fiesta cerca del Metro Laguna Sur y me iba a juntar en Santa Lucía con el dueño de casa para llegar antes a organizar las cosas. Llegando a la Alameda me encontré con el Metro cerrado y en el cruce Alameda/Santa Rosa un tumulto de personas, las micros cruzadas y lo que parecía la cola de una marcha, cuando quedan no más de 20 personas enfrentándose a los pacos. Se me olvidó el cumpleaños por completo y me uní al grupo, un poquito más adelante estaba mi mejor amiga, nos saludamos y estuvimos un ratito apañando al resto de cabros que estaban manifestándose. En ese momento yo creo que ninguna de las dos dimensionaba lo que realmente estaba pasando, ni lo que se venía. Decidimos caminar hasta pillar algún Metro abierto ya que teníamos intención de llegar a Laguna Sur, la caminata se extendió hasta el Metro Las Rejas, en todas las esquinas que existen en el tramo Santa Lucía / Las Rejas había una barricada y gente en torno a ella, pero la sensación que había en la calle no era de miedo – como la que se sintió días después cuando Piñera sacó a los milicos – sino que era una mezcla de euforia, de reconocimiento, de rabia, de descubrimiento, así como cuando ves el fuego por primera vez, yo recuerdo clarito ver a todo tipo de personas, señoras que volvían de su pega en tacos y traje y se ponían a aplaudir y gritar “Piñera junta miedo”, cabros jóvenes, abuelitos, en verdad todo tipo de personas. Fue muy conmovedor (Amelia, exestudiante de Diseño).
El Estallido Social tres años después…
Creo que marcó un antes y un después en muchos sentidos para Chile. Movilizó a mucha gente y era un claro llamado de atención de que se necesitaban cambios. Lo que sí me ha dado lata ver es como lo han “desvirtuado”, por decirlo así. O sea yo creo que fue algo que nació netamente del descontento de la ciudadanía, pero hoy según la postura política se lo han apropiado para distintos discursos políticos que no tienen nada que ver con lo que realmente sucedía en ese momento (Romina, estudiante de Periodismo)
Lo que significó hoy se ha torcido para meter miedo y dividir aún más a las personas. En esa oportunidad, muchos queríamos más y mejores derechos sociales. Han pasado 3 años y seguimos en el mismo punto. La desilusión y desesperanza es lo que mejor ejemplificaría lo que siento y cómo veo el panorama del país (Francisca, exestudiante de Periodismo)
Yo veo el estallido social como un remezón a la forma que hasta la fecha conocíamos para relacionarnos con la política, creo que muchas personas reconocían su presencia en las calles como una manera legítima y certera de decirle a un gobierno que cerraba los ojos, que la estaban pasando mal, que venían años acumulando penas y humillaciones por parte de un sistema que solo miraba para el lado. Vi como muchas personas materializaron en la escritura de una nueva constitución la salida a los meses de terror que se vivían en la calles de Santiago. Para mí, esa esperanza de una nueva constitución apuntaba a un cambio cultura, a la oportunidad real de sacarse los puntos de una herida mal cicatrizada. Creo que fue un periodo muy confuso, donde se sentía mucho miedo, mucha rabia, impotencia, pero a la vez mucho apañe, cariño y solidaridad de tus pares. Si miro hoy octubre 2022 hacia atrás creo que el estallido significó algo para todos. Fue y es el hito de un proceso histórico muy relevante para la reivindicación sociopolítica de Chile (Amelia, exestudiante de Diseño)
Mi mirada al respecto fue evolucionando con el paso del tiempo a medida que se fue enfriando la cosa. Si bien nunca estuve a favor de la violencia, me parecía que lo que pasaba era justificado y necesario. Con el paso de las semanas y los días sentí que algo que nació puro en su origen empezaron a aparecer movimientos e ideologías que se fueron apropiando de esto, fueron ganando terreno, eran los que gritaban más fuerte y al final todo se centró en el tema de la nueva Constitución. Y si uno mira tres años atrás, nada ha mejorado desde entonces, incluso estamos peor que antes. Algo que nació por 30 pesos, terminó saliendo el doble de caro. En el largo plazo no lo veo como algo positivo para el país, tanto la reputación del país como su realidad no hizo más que empeorar. Hizo que le diera voz, fuerza y presencia a ciertos personajes y movimientos que no han sido más que tóxicos para la política nacional, más allá de poner sobre la mesa temas que ya existían desde antes, pero que a la vez se fueron perdiendo por otros que ganaron más relevancia con todo esto (Gonzalo, estudiante de Periodismo)
Actualmente lo significo como la mayor señal de hartazgo social. Hay una distancia importante entre lo que se sintió el 2019 con toda la efervescencia del momento y el cómo se mira actualmente la fecha, pero los costos en términos de DD.HH. y de resultados políticos no me dejan decir hoy si fue o no necesario (María, estudiante de Periodismo)
Para mí significa esperanza ante una alegría que nunca llegó, pero luego de la derrota en el plebiscito eso se acabó. Hoy en día se ve todo lo contrario, se ve gente desilusionada, que incluso con un gobierno de centroizquierda vemos cómo la derecha es la que maneja la pauta. Hoy solo quedan los vestigios de lo que fue. Con el fin del Apruebo se apagó esa llama del 18 de octubre y la verdad es que no sé si vuelva a ver algo así nuevamente (Guido, estudiante de Periodismo)