Por Emilia Valenzuela
Es una preocupación para los padres, apoderados y profesores la falta de información de los jóvenes en relación a la sexualidad. Pero, ¿qué es esta?: «conjunto de características físicas y psicológicas propias de cada sexo. Conjunto de actividades y comportamientos relacionados con el placer sexual». Sin embargo, es más que eso, es más que googlear el significado. Hay que entenderla y para eso es necesario que en los establecimientos educacionales de Chile se enseñe.
Diariamente ocurren abusos -de todo tipo- y los niños y jóvenes no sólo son víctimas, muchas veces son responsables de ellos. La presidenta de la Convención Constitucional, María Elisa Quinteros, habló sobre el artículo 17 relacionándolo con lo ocurrido en el emblemático liceo de Santiago, José Victorino Lastarria : “Esta es una herramienta relevante que nos permite como sociedad evitar situaciones lamentables como la divulgada la semana pasada (…), en donde estudiantes mujeres denunciaron situaciones de violencia de género ejercida por sus pares hombres del establecimiento educacional”.
Desde la oposición, existen opiniones en contra, por ejemplo, la convencional de derecha Ruth Hurtado, quien mencionó en su cuenta de Twitter: “(…) los padres tenemos derecho y deber preferente de educar a los hijos. Esta Convención busca con ahínco debilitar la figura de los padres, de la familia, entregando nuestro derecho y deber al Estado”. Esta es una afirmación falsa, ya que lo que se está intentando integrar a la nueva Constitución es una Educación Sexual Integral (ESI), que esté dentro de los contenidos entregados en los liceos y colegios chilenos. Que se entregue esta información en los establecimientos educativos es ejercer un derecho.
¿Para qué queremos una nueva Carta Magna? Muchos responderían para hacer de Chile un país más justo, más seguro y mejor. Para que ello pueda ocurrir debemos además de preocuparnos de los problemas políticos y económicos, los sociales. Debemos poner énfasis en la sociedad y su educación: “Es el derecho de los niños y niñas a recibir una educación que les permita desarrollarse como persona en lo sexual, en lo afectivo, en el autocuidado (…)”, tal como aseguró Teresa Valdés, investigadora y coordinadora del Observatorio de Género y Equidad de Chile.