Créditos: @Metallica_Muya
Miércoles 27 de abril. Tras una espera de casi tres años, la rehabilitación de James Hetfield y una pandemia, por fin los chilenos podrá recibir a la banda más grande de la música pesada, o al menos una de ellas. Las leyendas del Thrash Metal, que en un principio tocarían en el Estadio Nacional, pero que por atraso en sus reparaciones y una mala gestión de DG Medios, finalmente estarán en el Club Hípico, lo que no dejó muy contentos a sus fans, pero al menos no se canceló.
Por Benjamín Gálvez
La expectativa es gigante. Metallica vuelve a nuestro país por sexta vez. Su última visita fue en el Lollapalooza 2017. Se espera que esta vez asistan sobre 50 mil personas. La gira es la misma que los trajo la última vez promocionando su último disco, Hardwired… to self-destruct. Pero de seguro los clásicos no faltarán.
Yajaira y Greta Van Fleet calientan los motores en la previa al plato principal. La primera, la banda de un pesado Stoner Rock que con el tiempo se han consolidado en la escena chilena: ahora nada menos que telonean a Metallica. Y la segunda, una inyección de rock puro, ofrecido por el joven cuarteto de Michigan (EE.UU.), quienes hoy son probablemente uno de los principales encargados en llevar el nombre del rock a lo mainstream.
Son casi las 18:30. En los alrededores del recinto está repleto de familias, amigos, niños y adultos. Una muestra de que, tal como lo describe Hetfield, Metallica es una gran familia, donde como dijo en Lollapalooza de 2017, todos son bienvenidos dentro de esta fiel comunidad.
Alrededor de las 19:00 somos miles los fanáticos que esperamos. Lamentablemente, por la pésima señalización y organización de DG Medios, tuvimos que escuchar a Yajaira fuera del recinto. La supuesta fila para entrar a cancha general daba una vuelta completa al Club Hípico. Si alguien quería rodearlo es una hora caminando.
Incluso el acceso para personas en sillas de ruedas esta obstruido por la gente aglomerada. Había angustia y rabia. Nadie entendía cómo un evento de tanta convocatoria, tenía este nivel de desorganización. Una vergüenza.
A pesar de los malos ratos, y aunque algunos tuvimos que escuchar casi todo Greta Van Fleet desde el exterior, todos logramos entrar. Y cuando la banda de los hermanos Kiszka se despedía con Highway Tune, se comenzaba a calentar el ambiente para ver a Lars, Kirk y compañía.
¿Con qué canción abrirían?
Son las 21:30. Todos asumimos que la banda está atrasada. Comenzamos a especular: ¿Con qué canción abrirían? ¿Tocarán esta? Mientras que las personas seguían ingresando al recinto, donde la cancha estaba dividida, no en dos, sino en tres partes. La vista no era la mejor, salvo si tenías cancha Vip: el escenario estaba lejos. Pero el ambiente ya estaba instalado y todos querían ver un show épico.
Treinta minutos de retraso para que se apagaran las luces, la gente gritara, los celulares grabaran y comenzara la épica Ecstasy of Gold, coreada a viva voz por la multitud que repletaba el Club Hípico. Mientras concluía la icónica pieza de Morricone, empezaron a asomarse las siluetas de James, Kirk y Robert. Siguieron unos segundos de silencio. Y después Lars hizo retumbar Santiago con sus toms y sonaba Whiplash reventando los Marshall del escenario, con bengalas encendidas y abundaban los mosh.
Qué manera de abrir: un combo en la cara y una sorpresa para muchos escuchar ese himno del Thrash como primera canción. La cancha vuelta loca y la gente coreando. Sin conceder respiro alguno, termina la canción y suena de inmediato Ride the Lighting. Y así: clásico tras clásico en la primera parte del setlist, pletórica de adrenalina y euforia.
Todos los temas eran coreados por el público. Los conocían. Incluso aquellas del último álbum como Moth to Flame o la potente Spit out the Bone. Metallica demostró que nunca ofrecerá un mal setlist.
«¡Exit Light, Enter Night!»
Por medio de la pirotecnia, el carisma de “Papa Het” y canciones que gustan a todos, incluso a quienes no son fans del género, Metallica comienza a cerrar su show. Luces apagadas para la última canción. Hasta que empieza a sonar el riff más icónico de los 90’. El público grita: “¡Exit Light, Enter Night!”. Así es Enter Sandman, acompañado por fuegos artificiales. La banda más famosa del género se despide de su público.
Metallica ofreció una lista de canciones balanceadas. Pasó por sus clásicos más pesados, los temas infaltables y los más rockeros, sin dejar de lado por supuesto su repertorio más reciente. Dejó contentos a los fans nuevos y a los de la vieja escuela: un show potente, completo y por sobre todo, épico.
Metallica volvió a rockear en Chile. Su show opacó cualquier fila de dos horas para entrar, una mala ubicación o un recinto inadecuado. Un concierto de esta banda es una celebración de la música pesada, una serie de himnos que definen a un género y que conectan a jóvenes con viejos. Metallica se hizo de su público y nuevamente deja en claro que siguen vigentes, hoy más que nunca, flameando con la bandera del metal a las masas.