A 5 años de la Ley de Etiquetado: la nutrición de los escolares no mejora y el sobrepeso aumenta

Hace poco más de cuatro décadas, el gran desafío de las autoridades sanitarias era combatir la desnutrición infantil. Hoy el escenario es totalmente opuesto: disminuir la obesidad en niños y adolescentes. En este reportaje, una radiografía a la puesta en marcha y a los resultados de una política pública para reducir el consumo de alimentos poco saludables,  el impacto en los preescolares y estudiantes ante esta legislación.

Por Lucas Abuhadba, Tomás Borrowman, Catalina Medo y Flavia Yori.

27 de junio de 2016. Diversos portales de medios de comunicación, diarios, revistas y programas de televisión informaban la entrada en vigencia de la famosa y popularmente conocida “Ley Súper Ocho”. Su nombre se origina a partir de la tradicional y característica oblea rellena con crema y recubierta de chocolate, tan propia de nuestra cultura nacional. Típica compra que se hace antes de pasar por caja en el supermercado o la costumbre de “una cosita dulce” a media mañana en un quiosco de alguna ciudad chilena. Sí, lo sabemos, son irresistibles. Tanto así, que no por nada una legislación se denomina de tal forma. 

El Súper 8, las Din-Don o Cookies, los Frugelé, Doritos u otras comidas rápidas empaquetadas son tan fáciles de llevar, caben en la mochila de cualquier estudiante de colegio. Precisamente, ahí está el problema. 

Hace nueve años atrás, en 2012, un grupo de parlamentarios de la Cámara Alta presentó un proyecto que, en su espíritu, pretendía reducir el consumo de alimentos poco saludables en la población menor a los 18 años. Diversas medidas, entre ellas y la más novedosa para aquel tiempo, el rotulado con signos que alerten al comprador de los componentes “altos en azúcares, calorías, grasas saturadas y sodio”, los ya conocidos sellos.

Según el texto legal, la Ley de Etiquetado de Alimentos (20.606) buscaba »proteger a los niños y adolescentes de la publicidad de alimentos relacionados con la obesidad y otras enfermedades». En 2010, las estadísticas arrojaron que un 60% de los chilenos padecía de sobrepeso, una cifra que puso en alerta a los especialistas y a las autoridades sanitarias. 

Imagen: Radio Universidad de Chile

En el documento no solo se dictaminó la obligatoriedad de que todos los fabricantes, productores, distribuidores e importadores tengan que rotular las comidas y bebidas, sino también, llevó el concepto a un nivel de impacto, en teoría, mucho mayor: a la educación. Precisamente, en el segundo artículo de la ley 20.606 se refiere a esta materia: “Los establecimientos de educación parvularia, básica y media del país deberán incluir, en todos sus niveles y modalidades de enseñanza, actividades didácticas y físicas que contribuyan a desarrollar hábitos de una alimentación saludable y adviertan sobre los efectos nocivos de una dieta excesiva en grasas, grasas saturadas, azúcares, sodio y otros nutrientes cuyo consumo en determinadas cantidades o volúmenes pueden representar un riesgo para la salud”.  

Cuadro: JUNAEB

El objetivo principal de esta iniciativa era reformular los hábitos alimenticios, sobre todo en la población más joven. Esto, de acuerdo a un plan de tres etapas que consideraba a comidas sólidas y líquidos: al momento de la entrada en vigencia de la ley (1), 24 meses después (2) y 36 meses más tarde(3). 

Aún con esta política pública ya en marcha, cabe preguntar si es que efectivamente se logró, en primera instancia, disminuir los índices de sobrepeso y obesidad infantil y adolescente y, además, reducir el consumo de alimentos poco saludables.

¿Cómo cambió la alimentación de escolares con la ley?

Según el estudio de la Junta Nacional de Auxilio y Becas (Junaeb), que recolectó datos desde 2009 sobre el peso y el estado nutricional de niñas, niños y adolescentes, a partir de 2016, año en que se materializa la Ley de Etiquetado, la variación no es tan positiva como se podría pensar. Las cifras contemplan a alumnos de prekínder, kínder, primero básico, quinto básico y primero medio de establecimientos educacionales públicos y particulares subvencionados.

En ese sentido, es importante poner en contexto que, desde 2011 hasta la entrada en vigencia de esta ley, la obesidad infantil aumentó. Así lo demuestra el gráfico que elaboró el programa Contrapeso de la Junaeb. 

Los datos son claros: la obesidad no disminuyó. El gráfico muestra en los niveles de prekínder y Iº Medio un alza de 1,1% y de 0,9% entre 2015 y 2016 respectivamente. Lo contradictorio, es que los números van al alza incluso con la Ley de Etiquetado en marcha.

Desde la implementación de esta política pública en 2016, el porcentaje de niñas, niños y adolescentes con obesidad no para de subir, y así se refleja en la gráfica. Pese a que, al año siguiente, en 2017 sí hubo una leve baja en el porcentaje de obesidad, sin embargo, fue solo en ese período. En 2018, 2019 y 2020 la situación se puso color hormiga, llegando a un 25,4% de población infantil y adolescente obesa.

Mapa nutricional

Desde 2009, la Junta Nacional de Auxilio y Becas (Junaeb) lleva un catastro de la cantidad de niños, niñas y adolescentes que tienen desnutrición, peso normal, sobrepeso y obesidad severa. La muestra fue realizada solo a alumnos de establecimientos públicos y particulares subvencionados. La finalidad de los mapas nutricionales es identificar los focos de riesgo y, con los resultados, aplicar planes de control mejorando la política alimentaria en las aulas. 

Pese a que los índices de sobrepeso y obesidad son elevados, la ingesta de alimentos poco saludables no es el único factor que altera la vida de grandes y chicos. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS), la buena salud también tiene relación con mantener una dieta equilibrada, según la necesidad del cuerpo, por lo que nutrir adecuadamente a nuestros organismos debe ser una combinación de varias comidas que contengan los nutrientes necesarios. Entre estos se encuentran los hidratos de carbono, minerales, vitaminas y grasas sanas. 

Si bien lo que esgrime la OMS es a nivel global, la nutricionista y especialista en nutrición deportiva de la Universidad de Los Andes, Rocío Vásquez, contó el porqué del aumento de la obesidad infantil en Chile.

Lo que sucede muchas veces es que se confunde un cuerpo robusto por uno bien alimentado, y esto es algo que dista de la realidad: que la persona alcance o sobrepase el peso mínimo no asegura que esté bien nutrido; muchos de esos casos son precisamente por un exceso de grasa corporal. 

También, existe el escenario contrario, los llamados “falsos flacos”. Y son aquellas personas de figura o cuerpo delgado y aparentan problemas mayores en términos de peso. Sin embargo, puede tratarse de una malnutrición, es decir, una dieta mal balanceada o con pocos nutrientes. 

A partir de 2016, la obesidad severa ha aumentado sustantivamente, y así lo refleja el gráfico elaborado por la Junaeb. De todos los niveles, prekínder, kínder y primero básico dieron un salto no menor de 2018 a 2020. No obstante, el nivel que presentó las mayores bajas desde la implementación de la Ley de Etiquetado fue primero medio, llegando a casi el 1% de obesidad severa. 

El gráfico muestra una realidad preocupante que, a simple vista, difícilmente podría aseverar que la política pública ha surtido efecto en la población objetivo de la legislación: niñas, niños y adolescentes. 

Contrapuntos

Cinco años después de la puesta en marcha de la Ley de Etiquetado, el Centro de Políticas Públicas de la Universidad Católica llevó a cabo un estudio con datos recolectados entre 2015 y 2018, y que entregó resultados positivos en torno a la ley. Según los expertos, en la nota de CNN Chile, la legislación redujo en un 9% las compras de productos con el sello “alto en azúcares”, y una disminución de un 7% en productos “altos en calorías”. 

Además, los especialistas comentaron que las empresas de comida reformularon en un 30% sus productos, con el objetivo de hacerlos más sanos.

Pese a que los datos del estudio solo tomaron en cuenta información de un hipermercado, la pregunta persiste: ¿Disminuyó la obesidad en niñas, niños y adolescentes en el país? Los datos Junaeb muestran lo contrario y no es una noticia positiva. 

Si las cifras hasta 2019 ya eran altas, en 2020 el incremento fue en grande. La pandemia no solo nos trajo el encierro, sino también, un consumo de alimentos altos en grasas saturadas, azúcares, calorías y sodio. En buen chileno, mucho “chancheo”,  los números en la población infantil y adolescente demuestran esa certeza.

El gráfico corresponde a la prevalencia del estado nutricional de las niñas, niños y adolescentes de establecimientos educacionales públicos y particulares subvencionados de todo el país. Lo revelador de este estudio son los índices de malnutrición por exceso y el aumento de la obesidad severa: entre 2019 y 2020 aumentó en dos puntos porcentuales (pp) y en 1,2 pp respectivamente. 

Frente a esta situación, la nutricionista y especialista en nutrición deportiva, Rocío Vásquez, asegura que el incremento de esta realidad se debe, en cierto grado, a “que ha aumentado el sedentarismo y el uso de aplicaciones de delivery”, afirmó la experta. Además, la misma especialista es enfática en responsabilizar el uso del delivery, dado que está la facilidad de pedir con un click, lo que lo hace una opción atractiva para alimentarse. Aún así, ella asegura que existen un sinfín de alternativas, pero la mayoría es comida chatarra. 

En concreto, la Ley de Etiquetado no cumple con el objetivo de fondo: la reducción del consumo de alimentos poco saludables en niñas, niños y adolescentes. Como tampoco se puede afirmar que la obesidad infantil disminuyó, porque eso no sucedió, sino que todo lo contrario. 

Aunque efectivamente los niveles de compra de alimentos con sellos tendieron a la baja, la legislación solo logró uno de sus objetivos, precisamente, aminorar la venta en los supermercados y almacenes, pero sigue siendo insuficiente. 

Sin embargo, el cuadro nutricional en el escenario de la emergencia sanitaria suma una preocupación para los expertos y autoridades de los organismos de salud. La facilidad con la que se puede conseguir comida chatarra y el aumento de las aplicaciones de delivery como solución rápida para alimentarse suponen una mayor exposición a ingredientes poco nutritivos y altos en grasas saturadas, azúcares, calorías y sodio. 

Frente a los preocupantes niveles de obesidad y obesidad severa, esperar un resultado positivo en relación a la mejora tanto en conductas alimentarias como en la realización de actividad física no solo es posible mediante esta Ley de Etiquetado, sino también, en la educación desde los hogares. 

Tras cinco años de la entrada en vigencia de una política pública enfocada en la reducción del consumo de alimentos poco saludables y, especialmente, a la disminución de los índices de obesidad infanto-juvenil, el resultado es todo lo contrario a lo esperado: la nutrición de los escolares no mejora y el sobrepeso aumenta.