Juan Pablo Meneses: «Estoy seguro de que el periodismo cash tiene futuro»

Juan Pablo Meneses es periodista y escritor. Ha hecho de la experimentación y la novedad su marca registrada, en una profesión que permanentemente se reinventa y busca su lugar al ritmo de acelerados cambios tecnológicos y sociales. Autor de conceptos como «periodismo portátil» o «periodismo cash», Meneses me dio la oportunidad de entrevistarlo, de conversar con él sobre el momento actual del periodismo, tanto en Chile como en el mundo. ¿Murió definitivamente el papel? ¿Cómo afecta la transformación digital a la profesión?

Aquí, la visión del cronista egresado de la Universidad de Santiago.

Fernando de Alencar

«Periodismo portátil», «periodismo cash», en tu vida el periodismo siempre viene acompañado de algo más: ¿necesita un apellido el periodismo para justificar su existencia?

No, no necesita un apellido para existir, pero a veces ponerle un apellido lo mantiene vivo. El periodismo portátil surge de mi vida en movimiento, de hacer crónicas desde aeropuertos, trenes o cafés, sin una redacción fija. Es una metáfora, pero también una metodología: cómo hacer periodismo sin escritorio, sin jefe, sin territorio fijo. El periodismo cash, en cambio, fue una manera de evidenciar que toda historia tiene un costo y un valor; que el dinero también es parte de la historia, incluso cuando el periodista lo oculta. En el fondo, los apellidos son una manera de pensar el periodismo como un campo vivo, en movimiento, que cambia con el autor y con el contexto.

Siendo el periodismo cash, innovador, nada se encuentra exento de cambios ¿Cómo predice el futuro del mismo, siendo que el periodismo se encuentra en constante actualización?

Periodismo cash es el nombre de una trilogía que tardé más de quince años en escribir y reportear, basada en la idea de comprar al protagonista de cada libro. Para el primero me compré una vaca en Argentina (La vida de una vaca); para el segundo recorrí América Latina buscando comprar el futuro Alexis o Messi (Niños futbolistas); y para el tercero compré una deidad en la India y lancé una religión global desde Nueva York (Un dios portátil). Es un gran reportaje, de quince años y tres libros, sobre la investigación del consumo. Y estoy seguro de que el periodismo cash tiene futuro, porque el consumo va a seguir cambiando —porque el dinero y el poder también cambian de forma. Hoy, con criptomonedas, inteligencia artificial y economías de atención, ese vínculo se vuelve aún más visible. Me gustaría que el futuro del periodismo cash sea seguir el rastro del valor, no solo del dinero: entender cómo se compra y se vende la información, la visibilidad y la verdad.

¿Ves en el periodismo chileno el mismo camino que ha seguido la profesión en otros países? Los periódicos imprimen cada vez menos papel y acá parece que el cambio ha sido más brusco, más violento que en países vecinos como Argentina. ¿Es así?

El otro día me hacían ver que soy el director fundador del último periódico en papel que se lanzó en Chile, el diario Hoyxhoy. En mi carta a los lectores, en el primer número de octubre de 2012, advertía que seríamos una red social de papel. Y así fue, al menos los cuatro años que fui director de ese proyecto. Pero ya en esa época, hace más de diez años, lanzar un medio masivo en papel era una apuesta. Es cierto que en Chile el cambio ha sido más fuerte, porque la industria es más pequeña. En Argentina, por ejemplo, la tradición del periodismo es muy grande, y siempre están apareciendo medios o nuevos formatos. En Latinoamérica, el lugar donde el papel sigue teniendo importancia es Ciudad de México, donde en un quiosco puedes encontrar hasta quince periódicos distintos en un mismo día. Aquí en Chile los quioscos ya no venden diarios.

Juguemos con las palabras. Parece evidente que fuera del papel, en el mundo digital, el periodismo tiene un espacio amplio, tiene un rol, tiene un papel, pero… ¿hay papel para el periodismo de papel? ¿tiene un rol que jugar en el espacio de la prensa tradicional?

Hace poco me cambié de casa y el pintor del departamento me pidió papeles de diario. Como todavía no me mudaba, salí a comprar diarios. Era un lunes. Debo haber recorrido más de diez quioscos en Providencia, y nadie vendía. Cada vez que me decían que no tenían diarios, intentaba reclamarles, pero recordaba que yo tampoco los quería para leerlos, sino para que no se pintara el suelo. Quería el papel. Me crucé con quioscos verdulerías, quioscos de golosinas, otros especializados en bebidas y helados. Claramente el futuro del papel no está ahí. Creo que el papel sobrevivirá en ediciones especiales, revistas de autor, libros de crónica: todo aquello donde la lectura es importante, pero también la escritura. Esa experiencia entre lector y escritor, que sigue siendo importante, aunque mucho menos masiva que el clic.

Tú has hecho buena parte de tu carrera en Estados Unidos. En escuelas de periodismo como Columbia se habla bastante del periodismo las comunidades, como modelo de audiencia (hablarle a las comunidades) e incluso como modelo de financiamiento, donde las comunidades generan estructuras para crear medios? ¿Cómo ves eso?

Sí, lo he visto muy de cerca, y creo que el periodismo de comunidades es una transformación interesante. En lugares como Columbia o Stanford se discute mucho, pero también se practica: hay medios que nacen para atender a grupos específicos, no a un público masivo. Eso cambia todo: cambia la manera de contar, la relación con la audiencia y hasta el modelo económico. Ya no se trata solo de informar, sino de construir confianza y pertenencia. En América Latina, donde muchas comunidades ya han tenido que organizarse para sobrevivir, ese modelo tiene un enorme potencial. Pero también un riesgo: que los periodistas terminen encerrados en su propia comunidad y pierdan la mirada amplia, universal y crítica, que es indispensable.

Entendiéndose el periodismo como un mecanismo para controlar el poder ¿Es posible, hoy en día, hacer periodismo incómodo sin ser objeto de linchamientos digitales?

Esa mirada sobre el periodismo que planteas parece cada vez más lejana. Hoy los medios son multiplataformas y ya no tienen periodistas para buscar noticias, sino para hacer contenido. Y las noticias y el contenido son cosas muy diferentes. Por otra parte, cada vez hay más ficción en el periodismo: alguien puede inventar una noticia, todos saben que es mentira, pero igual hay medios que replican esas opiniones y las difunden. Y si a lo anterior sumamos que los dueños de los medios cada vez hacen valer más su carácter de propietarios de la línea editorial, todo parece más complicado. En ese escenario, estoy seguro que quienes todavía se animan a hacer un periodismo incómodo al poder saben que los linchamientos digitales son los enemigos más inofensivos que tienen.