Vance y Walz: perfiles distintos para la vicepresidencia

Por Dominga López y Catalina Mellado

De derecha a izquierda: J. D Vance y Tim Walz.

El camino a la vicepresidencia de Estados Unidos sitúa dos figuras que encarnan identidades muy distintas entre sí. J. D Vance, el Senador republicano por Ohio, se forjó a sí mismo sobre una infancia marcada por la vulnerabilidad. Tim Walz es un progresista proveniente de la clase media rural de Minnesota que llegó a gobernar su estado, y

J.D Vance

“Cristiano, esposo, papá -de tres-, senador por Ohio”. Así se define J. D. Vance, de 40 años, en su biografía de Instagram. Es candidato a la vicepresidencia del partido Republicano. Según el profesor Fernando Wilson, J. D. Vance “le da el complemento a Trump, de que viene desde abajo, el self made man que se construyó a sí mismo”.

Su nombre de nacimiento fue James Donald Bowman. Después cambió su apellido por el de sus abuelos maternos, que prácticamente lo criaron porque su madre era drogadicta y alcohólica, aunque ya lleva sin consumir diez años. 

Vance creció en una ciudad siderúrgica, Middletown, del estado de Ohio. Alguna vez fue un lugar próspero para vivir, pues había una alta tasa de empleos y calidad de vida, pero con el tiempo esos trabajos fueron desapareciendo y la ciudad se fue empobreciendo. Su familia, como muchas otras, fue una de ellas. 

En su casa y en la escuela los conflictos abundaban. Entonces su abuela jugó un rol clave: fue su salvación. El amor de “Mamaw”, como le decía él, lo hizo salir adelante. Ella fue demócrata, dueña de 19 pistolas y muy cristiana. 

Muchas cosas ocurrieron en 2005 en la vida de Vance: terminó el colegio, murió su abuela, se alistó en el Cuerpo de Marines de EE.UU. y estuvo seis meses sirviendo en Irak como periodista militar. Luego se graduó de la Universidad Estatal de Ohio y de la Facultad de Derecho de Yale. Fundó una empresa de capitales de riesgo en Silicon Valley, California. 

En 2016 escribió un libro, “Hillbilly Elegy”, que fue bestseller e incluso Netflix lo convirtió en película. Relata sus memorias creciendo en barrios vulnerables donde la violencia y la adicción a las drogas eran habituales. 

Al publicarse, empezó a aparecer en medios refiriéndose a los temas que preocupaban en Ohio. Calificó a Trump en ABC News como alguien que “diagnostica con éxito los problemas” de la gente, pero que no veía a este como alguien que diera soluciones. En otra entrevista, dijo “nunca apoyaría a Trump”.

Pero dejó de lado las críticas cuando lanzó su campaña al Senado en 2021. Incluso eliminó tuits de 2016 que aludían a Trump de forma negativa. En julio de 2021 pidió disculpas públicas al respecto en una entrevista de Fox News. Para las primarias republicanas al Senado por Ohio, Trump lo apoyó públicamente. Aquello le ayudó a ganar. En su labor como senador, Vance fue uno de los que presionó activamente para acabar con la enmienda constitucional de Ohio que garantizaba el acceso al aborto. 

Tim Walz

Su designación como candidato a la vicepresidencia para ser la mano derecha de Kamala Harris y ticket valioso para ganar votos en las elecciones resultó tan sorprendente como esperable. Walz no se presenta como el arquetipo común de clase media demócrata que se asocia con su partido. Su rostro rosado e hinchado, el profundo amor que tiene por las camisas rojas de cuadrillé y sus tupidas cejas que insisten en sobrepasar sus ojos como dos alas blancas, le conferían la imagen –a buenas y primeras– de un republicano conservador.

Sin embargo, resulta ser todo lo contrario. Como afirma el académico y analista internacional de la UAI, Fernando Wilson, “Tim Waltz es una persona perfectamente normal, conectada con las clases medias, proveniente de Minnesota, una persona que cumplió con su servicio militar. Después fue profesor de colegio». Y tras ese rostro risueño, cercano y relajado, se esconde un animal político profundamente a morir y progresista por naturaleza. 

Nació en West Point, Nebraska, el 6 de abril de 1964, creció junto a sus padres y tres hermanos en un entorno profundamente rural. Su padre fue diagnosticado de cáncer cuando Walz estaba todavía en preparatoria, y falleció un año después. Esto quedó marcada como un acercamiento político que lo definiría de ahí en adelante: el sistema de salud en Estados Unidos es precario y su madre terminó de pagar una década después la última semana de vida que pasó su padre en el hospital.

Si damos un salto temporal hasta el presente, vale la pena destacar ciertas claves que acontecieron entretanto: pasó mas de dos décadas en la Guardia Nacional del Ejército, vivió en China durante un año y adoró cada segundo, trabajó como educador y entrenador en el instituto Alliance y en la reserva de Pine Ridge, en Dakota del Sur. En las elecciones legislativas 2006 ganó su primera elección al Congreso, con la que desbancó a un republicano que llevaba 12 años en el escaño del sur de Minnesota. No satisfecho con eso, consiguió ser reelecto en cinco ocasiones luego de eso. Actualmente, además de ser candidato a vicepresidente, es el gobernador a cargo de Minnesota. 

Tiene dos hijos –Hope y Gus– que participan en su campaña a través de redes sociales. Por su estrecha relación con ambos, se le suele llamar entre los demócratas “el padre de América”. Gwen Whipple es su esposa y ambos tienen un feliz matrimonio. Cuentan su experiencia vivida con las dificultades para concebir como uno de los impulsos políticos que mueven a Walz: libertad reproductiva y regulada para las mujeres, así como la posibilidad de aborto sin causales.

Además, avala la legalización de la marihuana, la mejora de los sistemas públicos de salud y educación, y demanda justicia social. Como uno de los defensores más fornidos del progresismo dentro del ala demócrata, Walz es el complemento perfecto para Harris cuando se trata de conseguir los votos de quienes son simpatizantes del progresismo más exigente. Además, le da seguridad a los votantes más dudosos, ya que coloca a un político «antiguo» junto a la novedosa candidata presidencial.