La artista nacional reflexiona sobre la actual escena musical, donde valora la consolidación de cantantes femeninas, pero critica la escasa visibilidad que ofrece el mercado para las agrupaciones rockeras. Recuerda que puedes leer este y más artículos en la revista Rock & Schops.
Por Vicente Flores
Una sonrisa de inmediato. Los ojos de la cantante no se apagan en ningún momento, porque por más que esta sea una de las numerosas entrevistas que ha dado a lo largo de su carrera, hablar sobre su razón de vida no es un mero trámite. Denisse Malebrán (48) se explaya como si estuviera en el living de su hogar. Con una blusa blanca y un chaleco sin mangas del mismo tono que su despreocupado cabello, la risa brota sin mayor esfuerzo. “Dale, tenemos como una hora, porque después tengo otra entrevista”, dice de entrada. No sería así, dado que el diálogo se prolongó por más de 60 minutos, y con justo motivo, pues relatar casi 30 años de aventuras artísticas toman su tiempo.
Desde pequeña acostumbrada a escuchar música en su casa, Malebrán ha pasado por variados gustos melódicos. Desde el new wave ochentero hasta el indie más melancólico de toda época. Así fue forjando su vida, hasta llegar a fundar Saiko junto a los ex La Ley, Luciano Rojas y Rodrigo “Coty” Aboitiz en 1999. Miles de discos vendidos, rostro de la extinta Virgin Records y sus constantes videos en MTV son signos de la popularidad que alcanzaron entre fines de los noventa y principios del nuevo siglo. Y hasta hoy siguen vigentes, porque con su último disco “Drama” (2023) bajo el brazo, se niegan a sucumbir al limitado mercado musical chileno, que ya no tiene cabida para bandas de pop rock, como sí lo era en antaño.
Denisse se lo toma con mesura, porque sabe que sus viejos y nuevos fans seguirán estando, pero recuerda con nostalgia los tiempos en que Saiko era una banda juvenil y brillaba en medio de festivales plagados de otras agrupaciones criollas, como La Ley (que dio origen al grupo de Denisse), Lucybell, Los Tres, Chancho en Piedra, Los Bunkers o Nicole. Ya no son veinteañeros, pero durante algunos minutos ella volvió a serlo.
– ¿Cómo fueron tus inicios en la música?
– En mi casa siempre se escuchó música. Mi papá escuchaba rancheras y baladas, y mi mamá era más romántica y de folklore. Pero mis tíos escuchaban otro tipo de música. Con ellos conocí Queen o The Police, porque ellos eran más jóvenes que mis papás. Ahí conocí la música anglo, y me di cuenta de que eso era lo que más me gustaba. También me acuerdo de tener 12 años y escuchar Soda Stereo, y ahí ya no hubo vuelta atrás. Me di cuenta de que esa era la música que me movía.
Curiosamente, no me gustaba mucho el rock latino. Siouxsie, Depeche Mode, The Cure, Cindy Lauper y para qué decir Depeche Mode, mi banda favorita de toda la vida… todo lo que fuera raro e inglés me gustaba… siempre me ha gustado la música melancólica. Los Prisioneros igual me gustaban, pero nada más de latino. No me gustaba Charly o Fito Páez, por ejemplo.
– ¿Y de los noventas?
– Ahí fui súper fanática del brit pop. Blur y Radiohead… y el grunge nunca me gustó. Lo más gringo que me gustó fueron Pixies y Breeders. Y de Inglaterra, PJ Harvey… Las cantantes femeninas me enloquecían, como Alanis Morissette, Fiona Apple, Björk y Sinéad O’Connor.
Pop rock en el oasis
– Cuando eras adolescente, ¿tenías amigos que escucharan la misma música que tú?
-No. Siempre fui de pocos amigos, toda mi vida. Sí iba a fiestas temáticas en el Don Bosco. Se hacían fiestas de Depeche Mode increíbles, e ibas a escuchar tu música y bailabas, era la raja.
Eso sí, no tomaba copete en esa época, siempre fui mala pa’ carretear, recién de vieja empecé a tomar. Recuerdo estar horas encerrada en mi pieza escuchando a Depeche Mode, ese era mi carrete favorito. Siempre fui de pocos amigos, así que tampoco era como que me juntara a hacer vida social.
– ¿A la Blondie también ibas?
-Sí, cuando estaba en la universidad. Fui antes de entrar a la banda y después la segunda pata me la pegué ya tocando en Saiko. En el 99’ tocamos por primera vez en la Blondie, en el 2000 también, y de ahí hemos estado incontables veces, no sé cuántas. Con esta disco tengo una historia eterna, porque tocaba música que me gustaba para las fiestas, como Blur, Garbage o The Cure. Bailabas la música que te gustaba, como cuando chica en el Don Bosco con las fiestas temáticas. Y además, el público que va a la Blondie es el compañero de ruta de Saiko, si somos una banda súper rara (igual que la Blondie) en términos de miembros. Piensa en un curso con hartos compañeros: estaban Los Tres, Los Bunkers, Chancho en Piedra… y estaba Saiko, una weá que no tenía nada que ver una con las otras.
Amor literario
Denisse sabía desde pequeña que la música la acompañaría siempre, pero no como un trabajo. Dudaba de llegar al éxito, lo veía inalcanzable. Por eso entró a estudiar sociología en la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE). Solo duró un año, porque la carrera no era lo que esperaba y, sobre todo, porque fue mamá joven. Así, sin saberlo, comenzó a pavimentar su camino a Saiko.
Mientras trabajaba decidió ir a probar suerte a una audición para un grupo emergente, formado por Luciano Rojas y Rodrigo Aboitiz, exmiembros de La Ley, la banda más exitosa de los noventa en Chile. Su mamá y amigos la alentaron, porque ella, si bien los conocía, no tenía especial afecto por su música. Curioso, porque terminó tocando con ellos por 25 años. Las letras y melodías que tanto la hicieron soñar durante su adolescencia, pudieron acoplarse al día a día de Denisse, pero ahora como un trabajo.
– ¿Cómo defines el tipo de música y estética que adoptaron en Saiko?
– Nosotros hacíamos pop rock, pero la estética era mucho más británica, distinta a lo que hacían el resto de los colegas, a excepción de Lucybell, con quienes somos medios parientes. Éramos más pop que rock, porque igual la gente del rock te miraba medio raro.
Hoy en día nuestro estilo sería súper rockero comparado con el pop de ahora… Princesa Alba, Denise Rosenthal o la Cami están más cerca del pop, entonces ahora somos una banda más rock pop, pero cuando partimos no, porque lo que sonaba a rock en Chile era otra cosa, y como ahí había más espacio para el rock, había más bandas de rock. Hoy ya no existen. Hay pocas bandas rockeras actualmente que sean conocidas.
– ¿Ya no salen bandas como Saiko?
-No lo sé, no tengo ninguna explicación al respecto. Yo creo que nuestro mercado e industria es tan penca que le acota las posibilidades al resto. Debe haber bandas pero no se ven, porque… ¿qué piensa un cabro hoy? ¿Qué pega hoy en la música? El trap, ah voy a hacer trap. Yo creo que a muchos cabros traperos les encantaría hacer otra música, pero en el fondo se sienten atrapados por las posibilidades que da este mercado. Es una teoría.
– ¿La música urbana no te gusta?
– No, jamás. Nunca se ha escuchado esa música en mi casa, pero no porque la desprecie ni la mire en menos, es porque no hay conexión. Es más probable que mis hijas escuchen a Juan Gabriel, Camilo Sesto o Roberto Carlos…. les encantan. Siempre parten nuestros viajes con Roberto Carlos, que le gustaba a mi mamá. Así que no hay un punto de conexión con lo otro, porque las canciones para todas nosotras tienen historia.
Yo siempre pensé que a mis hijas les gustaría la música que está de moda, ponte tú, el pop coreano. Pero a mi hija no le gusta el pop coreano. Y a todas sus amigas les gusta eso. La más chica escucha bandas como Radiohead o Weezer, y yo jamás en la vida les hablé de Weezer. Bueno, Radiohead es la banda favorita de mis tres hijas, y la mayor tiene 28 mientras que la menor 14, entonces, es muy raro. Yo creo que les quedó la música que yo ponía en el auto.
– En relación a los jóvenes, ¿tu público ha variado con los años?
-Sí, caleta. Si un artista se mantiene solo con el público con el que partió, está destinado a desaparecer, porque ese público en algún momento no saldrá más. Mi audiencia clásica bordea los 50, un poco más. Son esos que partieron con nosotros, pero el público fiel de Saiko es menor que yo, entre los 30 y 38. El público más fuerte es el que estaba en el colegio cuando partimos, o sea, el grupo que te marca. Yo, por ejemplo, voy a una clínica y las enfermeras son todas fanáticas de Saiko. Pero los más chicos, que son a los que Saiko atrae hoy, son los que te permiten seguir vigentes. Son los que más apoyan, porque tienen más tiempo o porque son los más motivados, lo que es lógico, si a esa edad todos teníamos más energía.
– ¿Qué bandas actuales del pop rock chileno te gustan?
– La única banda posterior a la época de las bandas noventeras que me ha atraído mucho, es We Are The Grand. Nacen en una época equivocada, porque salen cuando ya las bandas van en retirada, así que es un grupo de gente más de nicho, pero que los sigue a todos lados, como a De Saloon también le ocurre. Estamos emparentados con ellos, pero el problema es que no tienen la repercusión radial que tuvieron en su momento Saiko o Lucybell. Las radios ahora no tocan ese tipo de música
– A fines de los noventa y principios del 2000 Saiko se escuchaba en todas las radios.
-Yo tuve tres números uno con el primer disco (Informe Saiko, 1999) y con el segundo disco (Campos Infinitos, 2001) fuimos número uno a nivel latinoamericano, y salíamos en MTV todo el rato. Y eso ya no se da. Yo alcancé el último conchito de la época de oro de los sellos, y MTV era muy potente a nivel de Latinoamérica. Entonces, aunque no te gustara Saiko, te sabías cinco canciones de seguro, porque las pasaban por todos lados.
Soledad femenina en el rock
– ¿Cómo fue entrar al mundo masculino del rock?
– Muy rudo, porque no había otras mujeres, toda la escena era masculina. Tenía que tocar en festivales donde siempre estaban Los Tetas, Chancho en Piedra, Lucybell, Los Bunkers… y Saiko. Era la única mujer. Andaba de gira con puros hombres, hasta los técnicos, sonidistas e iluminadores, todos eran hombres, y eso fue hace 20 o 25 años nomás.
Era un mundo masculinizado, donde era muy fácil sexualizar tu imagen, y eso a mí no me incomodaba para nada, sino que jugaba con eso. Pero te llegaba el latigazo igual, siempre trataban de desprestigiarte. Fue una época muy dura y solitaria, la viví sola porque no tenía pares, y además las otras eran competencia para el mercado.
Me hizo ser una mujer distinta a la que me hubiese gustado ser, ya que me obligó a ser mucho más dura y ruda. No me quedaba otra, porque era eso o que me pasen por encima.
– ¿Cuál crees que es el trato que se le ha dado históricamente a las artistas femeninas en Chile?
– Seguimos en deuda con las mujeres. Es muy loco que la gran y máxima artista chilena histórica, y que sería muy difícil que la superen, es Violeta Parra. No hay nadie que se le acerque, y nos hemos portado como las weas con las mujeres. Pero esto ha cambiado por parte del público, porque mis hijas no entienden esto que estoy contando, porque son de otra época.
O sea, Mon Laferte es una institución para la de 14. Pero hace 20 años decían que yo no escribía, olvídate de todas las veces que yo he escuchado a gente decir que han escrito mis canciones. Según la historia de cada weón hay versiones distintas, hasta Iván Delgado, que era parte de Saiko, inscribió el disco completo. A mí me robaron el primer disco, y eso le ha pasado a más artistas. Y esa gente que comenta que escribió una canción mía nunca más hizo otra… y yo llevo 30 años haciéndolo.
– ¿Los medios de comunicación han sido injustos contigo o con Saiko?
– Yo partí en la peor época de la prensa, o sea, cuando sacamos nuestro primer disco comparaban a Saiko con la palta de la Copec en El Mercurio, imagínate. Ahora los periodistas se cuadran para decir “oh, el álbum bueno, la cagó”. Esas críticas me importan un rábano, pero igual las leo todas, tanto lo bueno como lo malo.
Pero el esnobismo de nuestra prensa es preocupante, porque al final solo son buenos los que le gustan a ellos, y además, y que no sean tan conocidos, porque yo me pregunto: ¿por qué Los Vásquez nunca se han ganado un Pulsar? Yo nunca he estado nominada a un Pulsar, ni Joe Vasconcellos, ni Nicole. Yo no desmerezco el trabajo de los que ganan, pero esta cosa rara ha existido siempre.
– ¿Con tus compañeros de banda tuviste problemas relacionados al machismo?
– No, buena onda siempre. Yo tuve mucha suerte de haber partido esta carrera profesional con ellos, porque fueron mi universidad. Los gallos que mejor les había ido en la historia de las bandas chilenas me enseñaron cómo ser una estrella; con humildad, profesionalismo, seriedad y siempre poner el pecho a las balas.
Aprendí altiro el chaqueteo del chileno, porque le tiraban mala a unos weones que les había ido la raja. Ellos me cuidaron mucho, porque en otras circunstancias habría estado más expuesta en términos de carrete y consumo. Fueron mi mejor escuela, ya que ellos venían de vuelta de la época más reventada que podía haber. Probablemente si hubiera entrado con otros cabros habría sido igual de reventada, pero tuve la cuea de que entré a los 23 con unos weones que tenían 34.
Detrás del escenario
– En Rock & Schops también nos interesa conocer los gustos cerveceros de nuestros entrevistados. ¿Te gusta la chela u otro trago?
– Soy mala pa’ los copetes, pero me gusta el vino y la cerveza mucho, porque es algo que tu abres para compartir con tus amigos, sobre todo más en verano que en invierno. Igual en invierno tomo harta chelada con mis amigas, es lo primero que pedimos en un bar. Pero todo esto más de vieja, hasta hace poco… yo antes tomaba una cerveza y nada más. Ahora me tomo tres cagada de la risa.
– ¿Y cuáles son tus favoritas?
– Las artesanales. La ámbar mucho, y encuentro malas, en general, las marcas típicas. Solo la Corona, Sol o Cusqueña me gustan de esas, pero soy más de ir a tomar cerveza que de comprar. Pero soy muy buena pa’ tomar schop… me dio sed, de hecho (se ríe).
Voy a decir algo muy esnob, pero nunca me he tomado una cerveza más rica que en Alemania. Oh, la weá rica (saboreándose) … es deliciosa, eran todas ricas, nunca probé una mala. Pero acá en el sur hay unas muy buenas; la del cisne (Cuello Negro) y la Kunstmann en