Siempre hay un chileno en Cannes

Retornó uno de los festivales más prestigiosos de la industria del cine el martes 14 de mayo y Chile no se quedó atrás.   

Por Matilde García

Ser parte del Festival Internacional de Cine de Cannes es, para muchos cineastas, un privilegio de por sí, independientemente de si ganan un premio o no. Fuera del glamour de la alfombra roja y el encanto de la ciudad costera francesa donde se celebra, Cannes representa una de las principales vitrinas audiovisuales del mundo y cada año marca pauta de lo que sería lo mejor del cine internacional. 

Con todo el prestigio y exclusividad que viene de la mano de este espectáculo, Chile no se queda fuera –y no lo ha hecho por un buen tiempo–. En 2022, hizo presencia con 1976, debut de Manuela Martelli y Mi país imaginario, documental de Patricio Guzmán. Mientras que en 2023 destacó con Los colonos de Felipe Gálvez y Los delincuentes, una coproducción con Argentina dirigida por Rodrigo Moreno.  

Foto: «Simón de la montaña».

 

Este año no es distinto. En su edición 77° –comenzó el 14 de mayo y terminará el 25 del mismo mes– Chile vuelve a Francia con el estreno de dos nuevas cintas que ya generan interés por parte de la crítica. Una de ellas es Simón de la montaña, una coproducción de Argentina, Chile y Uruguay dirigida por el argentino Federico Luis. El filme explora la historia de Simón, un joven solitario de 21 años que finge una discapacidad para unirse a un grupo de niños con capacidades diferentes 

Con la participación del chileno Fernando Bascuñán, de la productora Planta y la actuación de la chilena Camila Hirane, la cinta fue galardonada con el llamado “Grand Prize” o Gran Premio de la Semana de la Crítica –sección paralela del Festival de Cine de Cannes– a tres días de finalizar su paso por el festival. 

El regreso de León y Cociña

Foto: «Los Hiperbóreos».

 

Sin embargo, una de las películas más esperadas este año por muchos fanáticos es “Los Hiperbóreos”, la última obra de los directores chilenos Cristóbal León y Joaquín Cociña, que los lleva por primera vez al Festival de Cannes. 

Protagonizada por la psicóloga y actriz Antonia Giesen, se trata de una mezcla de ficción y fantasía que sigue a dos cineastas (León y Cociña) en busca de materiales perdidos de una película no digitalizada. 

Estos maestros del stop motion han logrado consolidarse entre los grandes referentes del cine chileno en la escena internacional. Sus filmes La casa Lobo (2018) y Los huesos (2021) les conquistaron una sólida reputación gracias a la cual llegaron a colaborar con el destacado cineasta estadounidense Ari Aster en su película Beau is Afraid, y la cantante del mismo país PJ Harvey en un video musical. 

El periodista y crítico de cine Nicolás J. Vogt asegura que la popularidad de ambos cineastas es atribuible, en gran parte, a su estilo poco tradicional. “Hay que comenzar acotando que tanto León como Cociña no provienen de escuelas o talleres de cine; vienen del mundo de arte, las galerías y el diseño visual en general”, explica. 

“Al no seguir estructuras tradicionales —tanto al momento de producir sus películas como las temáticas que tratan y cómo las plasman en pantalla—, su narrativa visual atípica ayuda destacar en un panorama en donde la animación suele estar ligada a producciones meticulosamente planeadas vía storyboard, más que un cúmulo de experimentos en donde la película se destruye y reconstruye plano a plano”, añade.

Así, tras su estreno en el festival, la dupla chilena ya ha comenzado a recibir una ola de reseñas positivas que destacan la cinta como “un logro extraordinario” y “una de las direcciones más creativas y audaces”.

El auge del cine chileno

Para Vogt, el hecho de que Chile haya comenzado a ser un visitante habitual en Cannes es una clara señal de que, durante los últimos años, el cine chileno ha logrado posicionarse con éxito en la escena internacional: “A grandes rasgos, creo que es resultado del cruce de nuevas voces nacionales, producciones de cineastas más consolidados, la apertura de festivales a tener producciones chilenas, y el auge de lo latino y “la otredad” en diversos certámenes”. 

Es por esto que el espacio para formar alianzas con otros países como pasó con Los delincuentes en 2023 y con Simón de la montaña este año es fundamental a la hora de crecer. “Es un “win-win” entre las respectivas industrias con el fin de potenciar cada arista nacional”, asegura el experto.  

Sin embargo, como explica Nicolás J. Vogt, “más que la crítica y ‘el ruido’ que pueda surgir, esta representación es importante para que distribuidoras de todo el mundo puedan tomar estas películas y –en paralelo a su paso por festivales nacionales y su respectivo estreno en Chile– puedan exhibirla en otros países, lo que es sumamente beneficioso tanto para cineastas como para la industria nacional en sí”.

 

 

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