Editorial: Economía y educación en crisis bajo Milei

Javier Gerardo Milei ha estado al mando del gobierno argentino durante exactamente 143 días, número equivalente a algo menos de la mitad de la inflación interanual en marzo de 2024, que registra un 287,9%.

Según el presidente, sus seguidores libertarios y los economistas monetaristas, la raíz de este problema es el Estado y la emisión monetaria inorgánica para enfrentar el déficit fiscal. En la trinchera opuesta, un grupo de economistas renombrados, incluyendo a Thomas Piketty, Jayati Ghosh y Branko Milanovic, que habían previsto el rumbo económico de Argentina si se imponía Milei, atribuyen las causas justamente a las políticas de ajuste anunciadas e implementadas por su gobierno: la devaluación del dólar, la reducción del financiamiento a las provincias y una drástica disminución del gasto fiscal.

Cualquiera sean las causas, el candidato que prometía soluciones radicales y derribar los problemas con una motosierra, hoy está por derrumbar la escuela de los cinco premios Nobel de Argentina -Carlos Saavedra, Bernardo Houssay, Luis Federico Leloir, Adolfo Pérez Esquivel y César Milstein-, símbolos de ese país por sus significativos aportes a la paz, la ciencia y la medicina.

La situación económica ha golpeado con fuerza a la prestigiosa Universidad de Buenos Aires (UBA), joya de la educación pública, catalogada entre las 100 mejores del mundo por la consultora británica Quacquarelli Symonds. La UBA ofrece educación gratuita a 380 mil estudiantes pero hoy opera con un presupuesto 80% inferior al de 2023, lo que la llevó a declararse en emergencia presupuestaria y la obligó a aplicar severas restricciones, como limitar el uso de luz en los espacios comunes de sus 13 facultades, desactivar los ascensores en ciertos edificios de hasta 15 pisos y, por la falta de insumos y medicamentos, recortar servicios en sus seis hospitales, que anualmente atienden a más de 780 mil pacientes.

El rol democratizador de la educación pública en Argentina es fundamental: alcanza a sobre dos millones de estudiantes y cuadriplica la cobertura de las instituciones privadas. Su contribución es históricamente solidaria, pues |brinda educación superior gratuita a más de 70 mil estudiantes extranjeros. Estos jóvenes podrían enfrentar la pérdida de ese beneficio si Milei insiste en su Ley Ómnibus, que establece el cobro de aranceles a los extranjeros no residentes, forzando a muchos a regresar a sus países sin un título universitario.

Es crucial que el presidente Milei comprenda que la gobernanza va más allá de la simple imposición de su ley; requiere un diálogo constructivo y una colaboración efectiva para asegurar el bienestar de la ciudadanía. La educación pública, que es tanto un derecho fundamental como un pilar esencial para el progreso del país y la región, no debiera verse comprometida. Es fundamental revisar las políticas, en especial las que ponen en riesgo este sector, y buscar estrategias que junto con abordar los desafíos económicos, refuercen las bases sociales y educativas de Argentina, para garantizar un futuro mejor a todos los habitantes de ese país y quienes dependen de sus programas de apoyo.