Falta mano dura… “¿qué vamos a hacer, una charla de capacitación? Si ellos no escuchan”, comenta Claudio, guardia del Estadio Nacional. Este hombre de aspecto afable, pero con mirada pesimista, relata con pasión todo lo que ha visto desde que llegó a trabajar al coliseo de Ñuñoa. Si bien solo lleva un mes en sus funciones, es tiempo suficiente para reflejar una dura realidad. El fútbol chileno ha sido tomado por las barras, pero no las de antaño, ni mucho menos las que viven en regiones. Claudio nacido en Talca, es un rangerino de corazón. Por eso es que le duele recordar los incidentes ocurridos durante el partido entre Colo Colo y Huachipato, en el marco de la Supercopa del balompié nacional. Cuando iba a alentar a Rangers, solo observaba fiesta y una algarabía masiva, sin afán de destruir. Los tiempos han cambiado, y ahora le toca ser testigo de una violencia descontrolada, cuyo fin es solo causar desorden y anarquía.
“Yo soy provinciano. La gente allá es más calmada, todo el mundo se conoce, pero cuando van los equipos de la capital pa’ allá, se apoderan de las ciudades. Van a destruir, y por eso están siendo vetados los equipos grandes en regiones. Y esto va a ir escalando, porque las medidas que toman las autoridades son muy blandas”, reitera Claudio.
El problema de la violencia en los estadios ha ido escalando de forma rápida y sin obstáculos durante la última década. Y no es lo mismo verlo por televisión que presenciarlo, más aún cuando se está trabajando. Y eso es lo que narra uno de los tantos guardias del recinto que fue remodelado recientemente para Santiago 2023.
Claudio cree que “estamos en el canibalismo, hemos retrocedido. Ellos ni siquiera ven el partido. Yo vivo cerca del Estadio Monumental y veo como se toman las micros».
Seguir narrando las palabras de este hombre apasionado por el fútbol no tiene caso. El verdadero hincha sufre igual que el guardia, porque al romper una butaca del Nacional no solo se daña el patrimonio de todos los chilenos, sino que también se rechaza al fútbol como símbolo de unidad. Tal como dijo Mario Benedetti, “el futbol ha interesado a todas las capas sociales, y es quizás el único nivel de nuestra vida ciudadana en que el acaudalado vicepresidente de directorio no tiende a mal hermanarse en el alarido con el paria social”.
Mientras tanto, Claudio debe estar preparándose para el próximo partido. Su pensamiento es similar al de muchos, todos aquellos que aman el deporte rey, pero que incluso a veces prefieren ver su ritual de domingo frente a un televisor. Allí están seguros, tal como se siente Claudio en su querido Talca. “Si ellos no escuchan”, repite antes de volver a su cabina.