La mayoría de los días son tranquilos para quienes trabajan dentro y fuera del Cementerio General. Sin embargo, cada 11 de septiembre, ven esa paz interrumpida por destrozos, violencia y gases lacrimógenos que, consideran, hace perder el sentido y respeto por el memorial que recuerda a las víctimas de la dictadura.
En Avenida Recoleta, a pasos de la entrada central del Cementerio General, está el Memorial del Detenido Desaparecido y del Ejecutado Político. El lugar está en silencio, prácticamente vacío y son pocas las personas que llegan un miércoles por la tarde.
“Todo mi amor está aquí y se ha quedado pegado a las rocas, al mar, a las montañas….” se lee en el verso de Raúl Zurita. Está tallado en la parte superior del memorial y a la gran estructura de mármol de forma rectangular, la acompaña al nombre de Salvador Allende y de los detenidos desaparecidos y ejecutados durante la dictadura militar.
La estructura inaugurada en 1994, está decorada con flores y fotografías y, al frente de ella, hay dos estatuas de piedra del rostro de una mujer y un hombre con los ojos cerrados.
Un kiosquero que trabaja fuera del lugar y que prefiere no dar más detalles de su identidad, considera que normalmente es un lugar tranquilo, pero que el 11 de septiembre es una fecha complicada debido a los destrozos.
Considera que se perdió el respeto por el verdadero significado del memorial y que quienes trabajan diariamente en el cementerio y sus alrededores, deben volver más temprano a sus casas ya que los disturbios llegan en las tardes con las marchas y no es seguro quedarse.
Eso es lo que cuentan los trabajadores del recinto. Al menos los que deciden hablar, que son pocos. Coinciden en que ya no son los familiares los que van a recordar a sus seres queridos en la fechas conmemorativa, sino que vándalos que solo buscan hacer desmanes.
Lo mismo piensa una pareja de vendedores de golosinas y bebidas que diariamente pone su puesto en uno de los patios. La mujer trabaja ahí hace más de 17 años siguiendo el legado de sus padres que también vendían. Recuerda que una vez debió encerrarse con su marido en uno de los baños del recinto debido a los disturbios y violencia y no pudieron salir luego de varias horas. Ya no trabajan los 11 de septiembre.
Según Cooperativa, la ONG Ciudad de los Muertos hizo un catastro de los daños en el cementerio luego de la marcha del 10 de septiembre de 2023, quienes registraron destrozos y rayados en “monumentos públicos, mausoleos y paredes”, además de daños considerables en mausoleos de Carabineros, PDI y tumbas de Jaime Guzmán y Carlos Ibáñez del Campo.
Sandra es florista y en esa fecha vende claveles rojos a quienes llegan a recordar a las víctimas. Eso sí, cuenta, se va justo antes de que llegue la marcha, cuando empiezan los piedrazos y las bombas lacrimógenas. “Después de que todos han comprado y que ya viene pesadita la cuestión, ahí hay que cerrar y arrancar. No te queda de otra”.