Por primera vez en sus 17 años de carrera, la cantante visita América Latina y partió los recitales en Argentina. Cooler asistió a uno de sus conciertos.
Por: Catalina Mellado
Para muchos, el concierto de Taylor Swift al que asistieron fue el mejor de sus vidas, o incluso el mejor día de toda la vida. La esperaban hace años.
Sus fans la quieren tanto porque -dicen- ella tiene una canción para todo. Mujeres y hombres de distintas edades se identifican con sus letras.
El show de Taylor Swift dura más de tres horas con 16 cambios de outfits que representan cada una de sus “eras” de los 10 álbumes que en podrán apreciar unos 65.000 asistentes cada noche. Con tres noches se presenta ante un público que la sorprendió por su ardua ovación y pasión por la que se caracteriza el público argentino.
Cada uno de sus 16 tenidas está meticulosamente estudiada por su estilista Joseph Casell. Destacan los diseños de Oscar de la Renta, Roberto Cavalli y Versace. Implica vestimentas lujosas y de alta costura que resaltan por sus brillos, lentejuelas, cristales y flecos incluidos.
Los trajes son parte esencial de la función, que se complementa con escenografía, videos en la pantalla que hacen sentir al público parte de la canción. Sus bailarines no quedan atrás, sus tenidas también están meditadamente pensadas. Se crea una armonía en la que los fans se puedan sentir parte del universo creativo de Taylor.
La carrera de Taylor ha estado marcada por simbolismos donde ella se comunica a través de outfits, dejando que cada atuendo hable por sí mismo y complementen la emoción de cada una de sus canciones.
Sus conciertos por dentro
Cuenta con la presencia de dos teloneros: Louta y Sabrina Carpenter. El primero es un cantante nacional de un estilo más urbano con una estética sesentera al momento de crear sus outfits. Taylor le agradece su participación al inicio de cada show: “Les pido por favor un aplauso al gran artista que estuvo hoy aquí, Louta”. Carpenter es una buena amiga de Taylor de Estados Unidos, que desde pequeña es fan de ella.
Sus fanáticas cuentan con rituales propios en los conciertos, desde los “friendship bracelets” hasta el número 13. El primero consiste en hacer pulseras de mostacillas con letras alusivas al universo swiftie y sus respectivos colores e intercambiarlas entre los asistentes. De misma manera el personal del estadio no queda exento de la “marea Swiftie”, pues resultan ser muchas las que les dan brazaletes.
Esta dinámica nace de la canción “You’re on your own kid”, que en una parte de su letra dice “So make the friendship bracelets, take the moment and taste it” (“hagamos las pulseras de la amistad, disfruta el momento y saboréalo”). Para realizar este ritual, ha habido un incremento en la demanda de los utensilios que se necesitan para hacer las pulseras. Muchos locales incluso quedaron desabastecidos de insumos.
El 13 corresponde al número de las fans, todo comenzó cuando en la época de Fearless (2008), la cantante escribió sobre su mano con la que rasgaba la guitarra el 13 con marcador negro y azul para tener suerte en el escenario. Ella ya no lo hace, pero su fandom lo sigue recreando. Ya es ritual para rendirle homenaje a esa “era”.
Otro de los fenómenos que se repiten en cada concierto es que los asistentes se visten inspirados en las “eras”, o en outfits icónicos que ha usado Swift. Algunos incluso diseñan e intervienen su ropa durante semanas. En sus funciones se puede ver destellos brillantes en la multitud proviniendo del público.
Impacto económico
Swifties, como se denominan sus fans, han venido de todas partes de Sudamérica para asistir al concierto, entre ellos de Chile. Esto ha significado un aumento del turismo en Buenos Aires.
Esto ocurre en cada ciudad que Taylor visita. Informes de la Reserva Federal (Banco Central) de Estados Unidos revelan que sus conciertos impulsan el crecimiento económico de las ciudades que visita por la movilización de miles de personas, y las ganancias en la industria hotelera y gastronómica.
La Asociación de Hoteles de Turismo de la República de Argentina (AHT) informó que la ocupación hotelera de la capital es del 100%. Evento particular en noviembre porque es un mes donde habitualmente hay disponibilidad.