Editorial: Una película de terror en las calles

Este lunes hubo nuevas noticias de homicidios, algo que parece ya no ser novedad en las calles de Chile. Por un lado, la fuga de un hombre que dio muerte a un ciclista tras atropellarlo en Estación Central, así como también está el caso de una mujer que fue encontrada muerta colgando desde un puente en Melipilla.

En los últimos días las noticias son incluso más macabras. El último fin de semana un ciudadano colombiano de 24 años fue asesinado y mutilado por siete personas, que dejaron sus restos repartidos por distintos puntos del centro de Santiago. Esta es una situación que, si se hace memoria, resulta al menos similar con el caso de la cabeza humana encontrada entre la basura de un block en Maipú en abril.

A raíz de todo esto, es necesario manifestar que hay una creciente preocupación en la población, en las autoridades y en Cooler por el aumento tanto de los crímenes por homicidio, como por el calibre de estos. Algunas zonas del país son más peligrosas que en años anteriores. Esto es una crisis de violencia que cada vez parece convertirse en una normalidad en Chile.

Hace 11 años, en 2012, Carabineros informaba que había 474 casos de homicidio y 432 aprehendidos por cometer ese delito. El año pasado los asesinados llegaron casi al doble, a 844, casi duplicando las de 2012, mientras que los detenidos disminuyeron a casi la mitad.

El fenómeno de la criminalidad creció de tal manera que ha plasmado el miedo en las calles del país. Las bandas de barrio han sido reemplazadas por organizaciones criminales que trajeron un aumento de la violencia. Incluso, la Policía de Investigaciones (PDI) comenzó a informar el año pasado del número de estructuras criminales desarticuladas por ellos. Según esos datos hay 560 bandas y 71 organizaciones detectadas a las que se ha detenido al menos uno de sus integrantes.

¿Cuándo se detendrá este fenómeno? La pregunta aún no tiene respuesta. Habrá que esperar que esta crisis que, de momento, pareciera que ha ido empeorando durante este curso pueda ser controlada a tiempo por las autoridades políticas y policiales. Nuestra sociedad antes veía este tipo de criminalidad extrema con mucha lejanía. Sin embargo, este fenómeno llegó, se expandió y hoy se comporta como una película de terror que se apoderó de las calles chilenas.