Algunos lo consideran el mejor jugador de la historia. Otros colocan a Maradona y Messi a su altura. Un debate que ha perdurado décadas, pero que hoy se toma una pausa. Pelé, el astro brasileño, dejó este mundo a los 82 años, producto de un cáncer que lo aquejaba hace años.
Por Fernando Ríos Ramirez
Tricampeón mundial con Brasil; 1284 goles en su carrera; goleador en múltiples ocasiones del campeonato Paulista; distinguido con la Orden del Mérito de la FIFA; y escogido jugador del siglo XX por la IFFHS. Todo lo dicho no es ni la mitad de los galardones que Pelé consiguió a lo largo de su fructífera carrera.
Hoy lamentablemente, su leyenda se le recuerda con fines conmemorativos. El cáncer de colon que lo venía aquejando desde 2021 volvió con una agresividad que le impidió responder el tratamiento. Luego de días de incertidumbre, su fallecimiento se volvió en algo inevitable, y la noticia detonó una serie de reacciones de todos los rincones del balompié.
Surgimiento de un ícono
El 23 de octubre de 1940, nacía Edson Arantes do Nascimento. Su cuna fue Três Corações, un humilde poblado ubicado en el estado de Minas Gerais, al sureste del gigante sudamericano. Sus padres fueron María Celeste Arantes y João Ramos do Nascimento, mejor conocido como Dondinho. Él sería su mentor e impulsor de la carrera futbolística del “10”.
Desde pequeño debió trabajar para mantener a su familia, pero el oficio de su padre sedujo a Dico, como era conocido en su infancia, a dedicarse al fútbol. Tuvo la fortuna de ser tutelado por Waldemar de Brito, internacional con la Canarinha en el mundial de 1934, quien confeccionó su técnica y logró impulsar sus primeros pasos en el deporte rey.
En 1956 llegó a la institución que se convertiría en su segundo hogar: el Santos. Sus buenas actuaciones en categorías inferiores le valieron apariciones tempranas en el equipo titular, teniendo su primera aparición el 7 de septiembre de ese mismo año frente al Corinthians en un encuentro amistoso.
Una temporada más tarde, logró consagrarse en la plantilla inicial, haciendo su nombre poco a poco más conocido a nivel local. Un torneo que juntó a combinados de Brasil y Europa fue la oportunidad perfecta para hacerse conocido en el país, llamando la atención de los hinchas y la prensa.
En dicha oportunidad anotó en todos los encuentros, incluyendo su primer hat-trick frente al Clube de Futebol Os Belenenses. Al año siguiente, su colega Del Vecchio dejaría el Peixe para partir rumbo a Milán, dejándole las puertas abiertas para asegurar su lugar en el elenco titular. Luego de aquel torneo, la Selección posó sus ojos en él, siendo el punto de partida que lo impuslsó para cimentar su estatus de ídolo mundial.
El camino hacia el Olimpo
Meses después de su debut profesional, el entonces DT de Brasil Vicente Feola fijó su mirada en el joven tricordiano. Pelé fue convocado para jugar un par de amistosos frente a Argentina. Logró anotar sus primeros tantos con la Verdeamarela, ganando el reconocimiento internacional que merecía.
No había alcanzado a cumplir 18 años cuando fue considerado por Feola para formar parte del equipo que disputaría la Copa del Mundo en Suecia en 1958. Su convocatoria fue criticada, ya que tomó el lugar de una de las estrellas del Brasileirao, Luizinho. Pese a la polémica, logró llegar a la cita planetaria.
Una lesión en la rodilla lo privó de jugar los primeros dos encuentros del mundial, debutando frente a la Unión Soviética del portero Lev Yashin. Dicho cotejo fue testigo del jogo bonito que Pelé, Didí, Vavá y Garrincha habían ido a exhibir. Brasil venció a Gales en cuartos de final con gol de Pelé.
En semifinales se midieron ante la Francia de Just Fontaine y Raymond Kopa, ganándoles cinco a dos con triplete del 10 carioca. Brasil se enfrentó al anfitrión en la final, donde Pelé nuevamente se matriculó en el marcador con su recordado globo que sacó a pasear al zaguero Gustavsson y dejando las cosas tres a uno. Los sudamericanos consiguieron su primer mundial y Pelé comenzó a edificar su imagen de leyenda.
La postal de él emocionado en el hombro del portero Gilmar quedó para la historia. Pelé le prometió a su padre que llevaría la copa a casa, luego de verlo llorar después de que Brasil perdiese la final de 1950 contra Uruguay en el célebre “Maracanazo”. Dicha promesa traspasó los propios límites que el crack brasileño podía imaginar.
Su figura siguió creciendo en ámbito internacional. Fue convocado para disputar el Campeonato Sudamericano -actual Copa América- donde finalizaron subcampeones. Esta sería su única participación en el torneo continental, sirviendo como antesala del mundial 1962 organizado en nuestro país.
Concentrada en Viña del Mar, la Verdeamarela logró pasar de fase, pero con una baja importantísima. Ante Checoslovaquia, una lesión en la ingle dejó a Pelé marginado de los próximos partidos. La buena noticia es que Brasil tenía no uno, sino dos ases bajo la manga: Garrincha y Amarildo, el reemplazante del “10”.
Con gran actuación de “Mané”, derrotaron a Inglaterra y enfrentaron a Chile en semifinales. El resultado sería cuatro a dos, teniendo a los checos nuevamente como rivales en la final. Con una victoria tres a uno, Brasil consiguió su segundo título al hilo, hito que solo había logrado Italia hasta ese entonces. La leyenda de O Rei cada vez era más grande.
A nivel de clubes no se quedó corto. Con el Santos ganó la Copa Libertadores y Copa Intercontinental dos veces seguidas en 1962 y 1963. Más tarde, conseguiría su último título con la casaquilla blanquinegra, la Supercopa de Campeones Intercontinentales en 1968. Fue uno de los tantos certámenes contra elencos europeos.
Su presencia en Copas del Mundo estaba lejos de terminar. A pesar de la eliminación en primera fase Inglaterra 1966, Pelé conseguiría su revancha en México cuatro años después, acompañado de grandes figuras como Rivelino, Carlos Alberto, Tostão, Jairzinho, entre otros.
El juego mostrado en 1970 era implacable. Brasil terminó invicto, goleando a Checoslovaquia, Rumania, Perú y Uruguay para llegar como favorito a la final. El Estadio Azteca fue testigo de una exhibición magistral de fútbol; Pelé y compañía no tuvieron piedad ante una Italia que poco y nada pudo hacer. El marcador final: cuatro a uno, con gol de O Rei incluido.
Después de estar en la cúspide del deporte rey, en 1972 su contrato con el club de sus amores expiró, por lo que la institución decidió embarcarse en una gira de 18 meses por el mundo. Un par de años más tarde, su nivel bajó y Elías Figueroa lo sucedió como el mejor jugador de América.
Luego de despedirse del Santos, emigró a Estados Unidos, luego de aceptar una oferta del New York Cosmos. Para ese entonces, el fútbol no era una disciplina llamativa para el público norteamericano, por lo que su figura logró popularizarla un poco más. El epílogo de su carrera llegó el 1 de octubre de 1977, ante 75 mil personas en su partido de despedida que reunió al Santos con el Cosmos, sellando 21 años llenos de éxitos.
“Pelé debutó con un pibe”
Tras su retiro, poca evidencia había para refutar que Pelé era el mejor jugador de todos los tiempos. No existía contendor alguno, hasta el debut de un joven que la descosió en su natal Argentina: Diego Armando Maradona.
El trasandino se lució como un diez clásico, a diferencia del brazuca que solía posicionarse más como un media punta. La agilidad y habilidad, la rapidez para eludir rivales o desmarcarse, y el apresurado debut cuando ninguno de los dos había cumplido 18, hicieron explotar las teorías de que Maradona era el legítimo heredero de Pelé.
La gran diferencia fue que el argentino dio el paso a Europa con apenas 22 años. El Barcelona lo fichó procedente del Boca Juniors. Tuvo una destacada aparición en el mundial de España 82’, por lo que el gigante español se fijó en él. Estuvo ahí hasta 1984, cuando el Napoli pagó ocho millones de euros por sus servicios.
Maradona encontró su mejor versión en el Calcio, consagrándose como ícono del club al alzarse con el primer scudetto de su historia. Tal temporada coincidió con la Copa del Mundo de México 86’, donde el Diego comandó a la Albiceleste a bajar su segunda estrella en el mítico Estadio Azteca, 16 años después que Pelé.
Desde entonces muchos los han comparados para definir quién es mejor. Sin embargo, otros “candidatos” han emergido. Los más destacables: Lionel Messi y Cristiano Ronaldo, poseedores de doce balones de oro en conjunto, amos y señores del fútbol por casi dos décadas.
Entre los dos, Messi tiene una gran ventaja. Dos balones de oro más, capitán de Argentina campeón del reciente mundial en Qatar, escogido dos veces mejor jugador del certamen, bota de oro en múltiples ocasiones y ganador de varias de las más altas distinciones futbolísticas lo hacen ampliamente superior al portugués.
Pero más allá de las comparaciones y el debate que para algunos será eterno, la relación más célebre de Pelé siempre será con Maradona. Tensión y respeto, altos y bajos, idas y vueltas, por muchos años la prensa se encargó de avivar la picardía entre los dos por ver quien sería el dueño del trono.
Por una parte, Pelé recriminó a Maradona por su desordenado estilo de vida. El Pibe en tanto, lo criticó por ser un cercano de las altas esferas de la FIFA, ente con que tiene un largo historial de polémicas. Imposible olvidar también la frase del Pelusa, “Pelé debutó con un pibe”, que desató un terremoto mediático que sacudió al mundo del deporte.
Aun así, estos episodios pasaron a un segundo plano. Cada vez que se encontraban había una muestra de respeto y cariño entre ambos. En su último encuentro en el show de Diego, “La noche del 10”, compartieron un momento muy especial, donde hicieron un juego de cabezas juntos, brindando una postal imborrable. Los dos más grandes del fútbol reunidos en un solo lugar.
Jogo a la chilena
No muchos conocen la historia entre Pelé y nuestro país. Desde encuentros contra equipos locales, hasta amistades perduraron años. Ciertamente, sus anécdotas en suelo nacional sobran.
Hacia 1962, el brasileño era la máxima atracción del deporte. Con 21 años llegaba en plena forma para disputar el mundial. Brasil concentró en la quinta región, donde jugaron un par de amistosos. El más recordado de todos fue ante Santiago Wanderers, en la cancha del extinto gramado Chiletabacos.
Juan Olivares, guardameta caturro de aquel cotejo, recordó lo multitudinario que fue, además del juego que demostró el Scratch, que comenzó ganando cómodamente con tantos de Pelé y Vavá: “Hicieron jugadas muy hermosas, y la gente aplaudía, se reía con las barbaridades que hacía Garrincha (…) la gente gozaba con eso”.
Carlos Hoffmann y Eugenio Méndez fueron los responsables de emparejar las cifras para lograr el histórico empate que enorgullece a los hinchas porteños. Posteriormente, Brasil goleó nueve a uno a Everton, siendo este el último partido previo su debut en la Copa del Mundo.
Otro encuentro que pocos conocen se dio en Talcahuano el 13 de enero de 1963, donde el Santos enfrentó a Naval. Fue victoria carioca por cinco a cero y fue Sergio Inostroza quien tuvo la difícil tarea de marcar a Pelé: “Es el jugador más extraordinario que he visto. Verlo con 18 años era una experiencia muy grande. Lo marcamos entre cuatro y arrancaba igual”.
El “10” del Santos era una atracción para el público chileno, algo digno de ver. Inostroza rememoró que El Morro estaba tan lleno que tuvieron que pasar el entretiempo en la cancha, imposibilitados de volver a camarines. Pelé jugó varios de los hexagonales de verano organizados en Chile, incluyendo las ediciones de 1965, 1967, 1968 y 1971.
Para muchos, el astro fue protagonista del considerado mejor partido disputado en el Estadio Nacional. Fue en 1965, cuando Santos se vio las caras contra Checoslovaquia, derrotándolos seis a cuatro, con dos goles de “O Rei”. Un día después, el legendario periodista Julio Martínez Prádanos, inmortalizó el cotejo en la revista Estadio de la siguiente manera: “Pasará el tiempo, veremos cientos y miles de partidos, pero la memoria volverá inevitable al espectáculo prodigado por Santos y Checoslovaquia”.
Pelé cosechó amistades con seleccionados nacionales. La más conocida fue con Humberto Cruz, con quien compartió un curioso capítulo. Como preparativo para el mundial 1970, Brasil jugó con Chile, encuentro que evoca la imagen del “Chita” bajándole los pantalones al brazuca en pleno partido.
Aquella acción no fue amonestada, Cruz recibió un simple llamado de atención y las acciones se reanudaron. La táctica fue efectiva, pues detuvo el ataque brasileño. A más de 40 años de ese suceso, Cruz lo recuerda con humor: “Si cobrara 100 pesos cada vez que me han preguntado por los pantalones de Pelé, hoy sería millonario”.
Legado eterno
Históricamente, las estadísticas de Pelé son invaluables. Ningún jugador ha tenido la chance de igualar los récords. Jactarse de tener más de mil goles en su carrera es algo que muy pocos jugadores han tenido la dicha de ostentar. Según la RSSSF, anotó en 1.284 ocasiones, incluyendo el homenaje luego de su milésimo tanto ante el Vasco Da Gama en 1969.
La proeza de Pelé de liderar a Brasil a su primera Copa Mundial a los 17 años es algo que nadie ha podido igualar. Quien más se ha acercado más es Kylian Mbappé. Con 19 años comandó a Francia a obtener su segunda estrella en 2018, pero la edad no le dio para repetir la hazaña que solo el carioca pudo lograr.
Cristian Arcos, miembro parte de los Tenores de Radio ADN, declaró en una nota conmemorativa que “su nombre se convertiría en el máximo emblema del deporte más popular del planeta. El fútbol nunca más volvería a ser el mismo desde la aparición de Pelé.” Y efectivamente, fue el fundador del jogo bonito, el estilo que llevó a su país a posicionarse como la gran potencia futbolística a nivel global.
En la misma nota, Arcos resalta que “en un deporte de poco consenso, Pelé es considerado el mejor de la historia”. Tanto así que César Luis Menotti, técnico campeón del mundo con Argentina en 1978 lo coloca por arriba de todos: “Para mí fue el más grande que he visto. No es de este planeta, es otra cosa. Más allá de todo lo que tiene de fútbol, es una pantera”.
Carlos Cazely, ex seleccionado chileno, fue categórico respecto al rol del brasileño en la comprensión del fútbol que se ve actualmente: “¿Viste la jugada de Maradona? La hizo Pelé antes. ¿Viste el salto de Cristiano Ronaldo? Lo hizo Pelé antes. ¿Viste el regate de Eusebio? Lo hizo Pelé antes. ¿Viste la elegancia de Beckenbauer? Pero lo hizo Pelé antes”.
Resumir su influencia es imposible. Sus logros, tampoco. Si se quisiese sintetizar su grandeza sería describirlo como el pionero del fútbol moderno, el punto de inflexión en el entendimiento de la técnica, juego, gambeta y habilidad. Siempre fue un caballero dentro y fuera de la cancha, actuando con humildad y velando por un deporte lejos de la corrupción.
La imagen de Pelé traspasó fronteras que van más allá del fútbol. Se consolidó como un ícono, aportando no solo a su oficio, sino al mundo en general. Fue embajador de las Naciones Unidas y la Unicef. De hecho, fue quien obtuvo el acuerdo para que la FIFA se uniera a Unicef para organizar el mundial de Corea-Japón 2002 en pos de la niñez. En 2020, tras el fallecimiento de Maradona, Pelé twitteó: “Un día, espero que podamos jugar juntos a la pelota en el cielo.” Ahora mismo, posiblemente estén disputando, junto a otros grandes como Cruyff, Eusebio, Di Stéfano, Púskas y muchos otros, el partido de las estrellas en el paraíso del fútbol. Hasta siempre, O Rei. Tu legado fue, es y será eterno.