María Fernanda Burgos dejó su vida en Chile y se fue a Corea del Sur a los 18 años. Tenía 14 cuando tomó la decisión de perseguir sus sueños y estudiar música. Hoy con 25 y de vuelta en su país natal, recuerda sus vivencias, su participación en televisión coreana y su pequeño debut en la chilena, con el programa The Voice.
Por Valentina Molina
“Soy cantante lírica, mi carrera me transformó en cantante de ópera y estudié en Corea del Sur”, empieza a relatar Fernanda con una sonrisa. Su motivación por la música nace cuando era un punto en el mundo: “Es lo que cuentan las tías y las mamás, típico, que tarareaba antes de hablar”, termina entre risas.
Responsabiliza a su madre de hacerla ingresar finalmente a esto, tras “pillarla” cantando en el baño a los 8 años. “Firmó la comunicación para las actividades extraprogramáticas del colegio y me metió a coro. Ahí empezó todo”. Feña, como le dicen sus amigos, recuerda como cantaba en los actos del colegio y se sentía top cuando la trasladaban al coro de las niñas grandes. “Sin darme cuenta, era lo que más hacía”.
Tras terminar cuarto medio, agarró sus cosas y comenzó su travesía por Corea del Sur. Su motivación inició cuando tenía 14 años y mientras hacía zapping encontró en la televisión una serie proveniente de ese país doblada al español. “Siempre me gustaron los idiomas, y un día pensé: ¿Por qué no aprender otro? Cuando encontré esta serie, me quedé impactada con el nivel de drama. La Rosa de Guadalupe quedaba chica al lado de esto”, relata entre carcajadas. “Busqué la serie y ahí me di cuenta de que era coreana. Me interesé en ese país y le dije a mi papá que me quería ir para allá, lógicamente me dijo que era chica, que qué iba a hacer ahí…”.
El detonante: la beca
Ella asegura que ahí comenzó su camino “cuando me dicen que no, hago todo para cumplirlo y de la mejor forma. Tres años después le pasé mi beca y le dije, me voy a Corea”.
“Por la edad que tenía cuando me quise ir, busqué intercambios de colegios, pero no había nada. Me informé a través de la embajada que cuando uno egresa de cuarto medio te pueden otorgar una beca completa para irte cinco años a estudiar a Corea del Sur, cumpliendo ciertos requisitos”.
Feña comenzó a estudiar el idioma por su cuenta. Guardaba los 10.000 pesos que le daban de mesada para pagarle a un profesor de coreano que consiguió gracias a una de sus mejores amigas, que estudiaba japonés. “Cuando llegaba el viernes, todos mis compañeros carreteaban y yo pasaba con el profesor estudiando y resolviendo todas las preguntas” comenta. “Le pasaba mis 10 lucas. Era un coreano que llevaba tiempo aquí en Chile”.
Relata que también empezó a relacionarse con la embajada de Corea. Trabajaba con ellos para sus eventos, usaba la vestimenta típica y se colocaba en sus stands en las ferias de países. “Realmente quería irme para allá. Traían músicos tradicionales, y yo cantaba con ellos. Hice muy buena relación con Corea del Sur aquí en Chile”.
“Un día que yo estaba en un stand, llegó el agregado cultural y le dijo a mi papá: ‘Felicitaciones, su hija se ganó la beca para irse a Corea’”. Mi mamá rompió en llanto”.
Tres años después se fue. No podían regañarla porque la beca es completa. Le pagaban manutención, estadía, comida, los estudios, todo, “casi que me movía y me pagaban” recuerda.
Vida en Corea
A pesar de su motivación, tuvo un choque cultural. Era inevitable. “Yo llegué y es como cuando aterrizas en Estados Unidos y no entendís nada, esa era mi sensación” dice. “Me bajé del avión en Amsterdam y éramos personas de todo el mundo, había hartos latinos. Pero al llegar a Corea te separan, cada uno para un lado distinto, porque la beca dura cinco años, pero un año entero es de idioma” Toma otro sorbo de café.
“Yo me fui al sur, más cerca de Japón. Ahí se hablaba como un dialecto en coreano. Yo sabía el idioma estándar, era como si alguien que habla español de España llegara a Chile y quedara como ¿qué?”. Ríe al recordar esta anécdota, pero luego se enseria al contar que fue difícil adaptarse.
“En Corea hay una cultura donde te tratan diferente dependiendo de la edad, trabajo y rango que tengas. Es como si ahora en esta conversación, como soy mayor que tú, tuvieras que hablarme con una gramática y palabras diferentes”. Este es uno de los aspectos que, como latina, más le impactó del país asiático. “Acá uno se trata casi de igual con todos, con mi abuela casi que nos agarramos a chuchás, somos amiguis”.
Entre garabatos, anécdotas y risas surge otra temática: Corea del Sur y Corea del Norte están oficialmente en guerra. Esto significó que su familia no estuviera de acuerdo en un inicio con la idea de que Fernanda estudiara allá.
Feña cuenta que los coreanos están tan acostumbrados al conflicto, que hacen su vida normalmente. Durante sus cinco años en el país, jamás ocurrió algo bélico. “Nunca me levanté pensando que estaba en peligro. Yo me siento más en peligro acá caminando de noche que en Corea”.
Carrera musical
La industria del entretenimiento es fuerte y activa en ese país. La vivencia que más la marcó fue su paso por el programa Topgoal Rapsody. Gracias a esto pudo darle más movimiento a sus redes sociales y hacerse un poco más conocida América Latina.
“El programa era un concurso”, interrumpe. Cuenta que comenzó a trabajar en televisión coreana en 2017, cuando debutó como participante y panelista. “En esa oportunidad me dijeron que habría una competencia para extranjeros residentes en Corea, tendrían que tomar canciones antiguas de allá y traducirlas a nuestros idiomas. Entonces yo cantaba en español y coreano”.
El destino hizo que en uno de los capítulos interpretara un tema de una cantante lírica famosa allá. Resultó ganadora de esa edición y finalista del show. Quedó en segundo lugar. “Gracias a eso conocí a artistas K-Pop con los que trabajé. Me ayudó a crear una red de personas que me seguían en redes sociales para ver como yo vivía mi vida en Corea”.
La joven no siempre quiso ser cantante lírica. Pensó que si dominaba ese estilo, podría cantar lo que fuera. En cuanto a los estudios, “fueron los cuatro años más terribles de mi vida, pero gracias al colegio debo decir que a pesar de que coro no fuera una clase formal, cantaba de todo, me ponían y me decían ‘canta’, y eso que uno cree que no va a servir de nada, después sirve muchísimo”.
“Yo no tenía ganas de ser una diva”-así se conoce a las cantantes coreanas- “por esto mis compañeros eran muy relajados conmigo, porque yo no era competencia. Para mí, esto era una experiencia de vida y una inversión como cantante”.
Vuelta a Chile
Feña confiesa que ha tenido crisis de identidad al regresar a Chile. “Yo ya me sentía parte de ellos, porque tenía amigos, gente con la que me quedaba. Después volví y sentí que otra vez no encajaba”.
“Ahora tengo planeado irme a otro lado por un tiempo, porque me gustan los idiomas y cantar con ellos, y aquí en Chile no es tan lucrativo, todavía no”.
El destino la llevó a ser parte del programa The Voice. “Un día mi mamá me dijo ‘hay un casting’, pero yo no tenía muchas ganas, no sabía bien de qué se trataba. Finalmente mandé mi video y ahí me enteré de que era para The Voice”.
El camino fue corto. Quedó en el Team de la artista Camila Gallardo, pero luego de los duelos abandonó el programa. Ella dice estar segura de su talento y objetivos en su carrera musical. “Fui con la mentalidad de que no iba a ganar, porque hay mucha diferencia con lo que hago yo. No lo digo como algo malo, estoy más enfocada en cantar en diferentes idiomas” relata. “Yo no perdí por talento. La canción que me tocó fue difícil, pero como es una competencia te sacan de tu zona de confort, lo cual está bien”.
Agrega: “Me han salido cosas buenas de esto, y yo también lo veo como un portafolio. Por lo mismo yo hacía tantas cosas en Corea. Quiero que digan wow, ella ha trabajado en esto y en lo otro”.
Dentro de sus metas más cercanas está irse a China y estudiar teatro musical. Actualmente está esperando si gana una beca de ese gobierno y, de conseguirla, viajaría en septiembre.
“Tengo muchas opciones, siento que ya no le tengo miedo a nada después de estos últimos cinco años”. Relata también que le gustaría ir a cantar a otros lugares en Latinoamérica, como México.
Cierra la conversación enfatizando lo que busca “Esto es lo que quiero, ser una artista con el sello de los idiomas”.