Medicina Basada en Narrativas: más que la reparación de “cuerpos rotos”

Por: Catalina Riesle Ruiz-Tagle

“Pasaban segundos como minutos, minutos como horas, había que actuar ya. El médico introdujo las espátulas dentro del canal del parto de la madre, ejerció fuerza mientras coordinaba las contracciones de la madre, dando instrucciones que apenas eran escuchadas y cumplidas por la exhausta madre. El tiempo se relativiza en aquellos momentos al límite, un segundo puede durar una eternidad, observas la escena como si no estuvieras ahí, sin embargo, en esos instantes lo que está sucediendo frente a tus ojos lo es todo”. Estas son las palabras de un estudiante de medicina en la Universidad de Valparaíso, quien relata desde su experiencia la adrenalina que vivió en un parto complicado. Sus palabras evidencian los sentimientos de cada uno de los integrantes de aquella sala de partos, desde el equipo médico hasta la madre y el padre del recién nacido. El ejemplo anterior, corresponde a una disciplina de las humanidades médicas llamada medicina basada en narrativas (MBN).

Este concepto corresponde a una metodología que nace en los años 90 en Europa y Estados Unidos como una forma de educación humanista hacia los profesionales de la salud. Principalmente, esta busca la capacidad de los alumnos en reflexionar y empatizar con la persona, es decir, establecer un vínculo más allá de la relación médico-paciente “donde no sólo se ayuda a recuperar la salud de un “cuerpo enfermo” sino de un ser humano cursando una enfermedad, con todas las complejidades que el devenir de su propio mundo conlleva”, así lo establece el único libro de habla hispana basado en MBN que se titula “Medicina Narrativa Humanismo para la Salud”.

La medicina narrativa nace como una metodología que trabaja para mejorar competencias clínicas, que tienen que ver con la habilitación de un manejo en la narrativa de los futuros profesionales de la salud, con el objetivo de comprender mejor su ejercicio profesional y a la vez las personas con las que ellos tienen contacto, es decir, sus pacientes. Este conjunto de historias, escritas a partir de síntomas y percepciones nace de la necesidad de contar historias del proceso médico, un transcurso que no solo involucra al especialista, sino también al convaleciente, sus seres queridos y cuidadores. Es decir, todo aquel involucrado en el proceso de sanación que puede involucrar sentimientos físicos, psicológicos y sociales.

El efecto de la crisis en la medicina

El origen de esta rama data un antes y un después para la crisis que vivía la medicina. En conversación con Pamela Jofré Pávez médico pediatra y gastroenteróloga infantil con Máster en Medicina Narrativa en el ISTUD de Milán, se distinguió que la llegada de la medicina basada en narrativas nace de las falencias que había en el sistema de salud, esto como una forma de explicar las dificultades que había en aquel entonces para crear esta nueva mirada -más humanista- de lo que era la medicina convencional.

¿Qué hechos demuestran un fracaso de la medicina narrativa?

Nace como una respuesta metodológica ante la crisis de la medicina. Incluso, si los médicos antiguos me escucharan hablando esto dirían que estoy loca, porque siempre fue parte de la medicina el hecho de que fuese compasiva y humana. Todas esas cosas son propias del quehacer, pero el desarrollo y este cambio de objetivo, en que ya no solamente se trata de cuidar a la persona humana, sino cuidar la enfermedad, cambió a la propia medicina. El fracaso de algo que siempre existió dentro de la medicina es categórico, recalca la especialista en gastroenterología infantil, Pamela Jofré.

Es así como a partir de un problema se crea una solución, que contribuye a mejorar la comunicación entre asistentes de  salud y los pacientes. Medida que también sirve como enlace para canalizar el dolor de las personas y aquello que les causa ese malestar, pero más importante, también expresar el sentimiento de una vida.

“La medicina narrativa que estaba implícita dentro de la medicina, ha fracasado y es el momento de replantear esta nueva metodología para restaurar aquello que estaba perdido”, dice Jofré.

Por esta razón y frente a las quejas de los pacientes sobre los “problemas de comunicación” o los “tiempos breves de consulta”, la medicina narrativa llega como mecanismo para que el paciente se sienta único. Esto debido a que “cada paciente es diferente a otro con la misma enfermedad; el relato de su padecimiento, el de su familia y el del contexto cultural donde está inmerso”, por ende estas diferencias darán un sentido diferente a su historia clínica, lo cual lleva a que los pacientes que tienen una misma enfermedad sean un mundo de diferencia a partir de lo que ellos relatan.

Curar la mente y cuerpo

Este tipo de relato es un instrumento de sanación que le permite al paciente convertirse en una persona, un individuo que expresa la sensación producida por la enfermedad y el proceso que vive al padecerla, lo cual sirve a los expertos del área como una manera de reflexionar aquello que se debe hacer y lo que no en cada caso particular. A partir de esto, se permite encontrar sentido a cada acción sobre cómo ejercer la profesión. 

Una de las autoras del libro “Medicina Narrativa, Humanismo para la Salud”, Pamela Jofré, señala la importancia de esta rama humanista de la medicina, ya que, potencia la necesidad de comprender a las personas a través de una mejor competencia narrativa para lograr una curación tanto física como psicológica. “Creo que una persona que se siente acompañada entra con una disposición distinta a un acto quirúrgico o a un procedimiento. Con la sensación de que se le está cuidando no solo como un cuerpo enfermo que hay que reparar”, dice la especialista haciendo énfasis en que no está comprobado si realmente la medicina basada en narrativa ayuda a una sanación física, pero que efectivamente si una persona es tratada humanamente con una “calidez profunda” ayuda en su recuperación tanto mental como física.

Frente a esto, se puede evidenciar una herramienta fundamental en el proceso de la medicina narrativa, que es la construcción del relato biográfico (RB), es decir, las experiencias vividas por las personas. Esta tiene distintos efectos en las personas, ya que, se le da sentido a lo que la persona está narrando. Por lo tanto, representa un espacio en que tanto el paciente como los especialistas pueden abrir sus sentimientos de manera tal, que liberan las sensaciones que implica una enfermedad, parto, quimioterapia u otro proceso médico.

Narrativas y la COVID-19

A dos años del comienzo de la pandemia todavía no existe una respuesta clara ante un virus que se extendió por todo el globo con cada vez más incertidumbre, además de un aumento en el número de variantes y contagios. En este escenario la medicina narrativa ha podido hacer que las personas contagiadas pudieran ser escuchadas.

Frente a esto la gastroenteróloga infantil, Pamela Jofré, ha reflexionado a partir de su área de experticia, los logros en el marco de la salud con respecto a la pandemia y el sistema de salud actual en Chile enfatizando también en cómo el país ha podido gestionar las medidas durante estos dos años de confinamiento.

¿Qué lecciones nos deja la pandemia en el área de la salud?

En el contexto de la medicina narrativa, creo que este es un llamado a la humildad y respetarnos no solamente como cuerpos falibles que somos.

El Covid-19 nos ha hecho comprender la vulnerabilidad, que es inherente a la existencia humana, por ende, es un llamado a respetar esa vida que no solamente en un contexto individual sino en el contexto relacional. El origen del virus tiene que ver con el traspaso de una infección desde un animal a los seres humanos, que se propaga locamente por el mundo, debido a la cantidad de viajes y conexiones que existen. Es un llamado a la humildad (no solamente desde la medicina narrativa), a la calma y a pensar cómo queremos seguir gestionándonos en conjunto como seres humanos y los otros seres vivos sintientes que están viviendo en nuestro planeta.

Con los más de 57.700 fallecidos, ¿cree que a nivel país tuvimos un buen desempeño?

Como desempeño global, no es mentira que todos los ciudadanos nos hemos sentido protegidos por un Estado. Siento que tenemos que salir a cuidarnos, amamos el vacunatorio público y la eficacia con la que han llevado el proceso de vacunación. He visto como mis padres de 93 años, por ejemplo, han accedido a los cuidados, a las vacunas y así sucede en todo Chile. A lo mejor la gestión a nivel hospitalaria se pudo hacer mejor, también cuando había que evitar la propagación del virus con los contactos estrechos. Pero tampoco teníamos una infraestructura para eso, es decir, quién la tenía. Por lo tanto, si sumamos y restamos creo que se ha hecho y se está haciendo, gracias a la buena voluntad de muchas personas, un buen trabajo.

¿Cree que el sistema de salud debiese ser uno para todos con seguro para aquellos que deseen mejor atención?

Sinceramente no tengo una respuesta clara. Yo creo que los ciudadanos sí necesitamos igualdad de cuidados. No soy experta en sistemas de salud ni en su gestión, para responder claramente estas respuestas. Pero si como ciudadana, creo que no existen diferencias entre un migrante y entre nosotras que estamos cómodamente sentadas en este café. Humanos somos todos y nos merecemos de alguna manera un cuidado humano que esté a la altura del siglo en el que estamos y del país que somos. Podemos darnos, yo creo, algunas prioridades para cuidarnos mejor entre todos, para sentir que cuando pisamos la calle, los niños que están naciendo en cualquier circunstancia, van a ser cuidados como merecen.

¿Hoy en día, cree que la carrera de medicina y profesionales del área de la salud son suficientes?

En algunos aspectos se ha demostrado que no. Faltan muchos médicos en algunos lugares y especialistas que están mal distribuidos, muy concentrados en ciertas zonas del país y que efectivamente eso ya marca una diferencia en el acceso. Creo que hay muchas personas que tienen que viajar, esperar meses para tener una hora y eso demuestra el problema que mencionas.

En las otras áreas del cuidado, no hay un déficit institucional tan grande, sino más bien en las infraestructuras adecuadas donde estos profesionales pueden entregar cuidados adecuados.